Definir la justicia ha llevado cientos de años de debate porque cada cultura del planeta tiene sus propios motores legales para administrarla.

Sin entrar en discusión alguna y tomando en cuenta lo más esencial, para efectos budistas, la justicia es el conjunto de pensamientos y sentimientos que nos permite diferenciar lo que está bien o mal; nos da poder para tener una opinión sobre las acciones de otros.

Y aquí es donde podríamos entrar en una plática de cientos de años porque la justicia obedece, casi siempre, a motivos egoístas.

Quizá para mi es justo tener 10 millones de euros en el banco, pero para otra persona yo no me merezco tener lo que tengo.

Para algunos, terminar con la vida de un criminal es lo acertado; pero la pena capital es lo más inhumano para las persona al rededor de quien recibe el castigo.

Actuamos en este mundo llevando un sentido de justicia que ha sido trastornado por los medios. Protegemos la libertad y nos sentimos con el derecho de influir en la vida de otros sólo porque nuestro sentimiento de justicia está, precisamente, justificado.

A pesar de todos estos argumentos y discusiones legales, creo que se nos olvida que la justicia debe comenzar con nosotros mismos. Deberíamos practicarla hacia adentro.

¿Cuántas veces no entramos en la autodestrucción por una desilusión? Todos nos hemos saboteado nuestros propios planes, auto estima y actuamos injustamente con nuestras mentes y cuerpos.

Cuando estés por emitir un juicio sobre el cuerpo o la vestimenta de alguien más, pregúntate si tú vistes justo como se debería. Seguramente la respuesta es no, porque emitimos juicios sobre las cosas que no comprendemos, sin meternos en los zapatos de la víctima de nuestra opinión.

En la vida he conocido a demasiadas personas que, por desgracia, son los primeros que se dejan caer hasta el fondo. Y tampoco se dejan ayudar.

Cada quien escoge lo que quiere vivir, pero ¿es esto justo?

Le toca a cada uno decidir y evaluar nuestras acciones. Con base en ello podremos entender qué es justicia.

Parte de este trabajo interno implica actuar con ética, sin dañar a nadie. Por esta razón existen los Cinco Preceptos del budismo, que ya hemos revisado antes.

1. Entrenar para evitar tomar la vida de algún ser.

2. Entrenar para evitar tomar lo que no se te ha dado.

3. Evitar tener una mala conducta sexual.

4. Entrenar para no hablar con falsedad.

5. Entrenar para no consumir sustancias tóxicas que envenenan la mente.

Un mundo mejor requiere que la ética y la ayuda mutua sea algo innato para todos. Si todos actuamos con ética interna, la convivencia se tornaría más agradable y mucho más justa.