Estoy en mi escritorio, mirando por la ventana cómo se moja el mundo por la lluvia de verano.

El sol no ha salido, así que es tiempo perfecto para escribir un poco.

Pero mi mente viaja llevada de la mano por la lluvia. Esta cae a la Tierra y es real. Te moja, hace charcos y da vida a todo. Aun si corres de ella, seguro terminas con los pies empapados.

No importa lo que hagas, la lluvia lo cubre todo. Está ahí, es real, es cruda, contundente y no la puedes evitar.

Y me doy cuenta que es todo lo que necesito.

La lluvia se comporta igual a las Cuatro Nobles Verdades.

La lluvia es la vida. Justo como el dharma.

Doy un sorbo a mi café.