No pienses que meditar es sólo para quien practica budismo o yoga. La meditación es una herramienta mental que es parte de tu cuerpo y no tiene costo alguno.

No debes ser un monje budista o un místico consumado para meditar. Cualquiera puede hacerlo en la oficina, el baño y hasta en la cocina. ¡Sólo requiere poner atención!

La ciencia ha encontrado beneficios genuinos de la meditación consciente, que van desde apoyo a la psicoterapia, adicción o cura del insomnio.

La práctica constante de los siguientes ejercicios simples  puede ayudar a calmar la mente, el cuerpo y te ayudarán a soltar pensamientos auto destructivos.

1. Enfócate en la respiración

Entra de lleno a la experiencia de llenar tus pulmones de aire, proceso que comienza desde la nariz y va hasta los pulmones.

Siente cómo tu pecho se expande y tu abdomen se mueve. Siente el latir de tu corazón y visualiza cómo la sangre es llevada a cada rincón de tu cuerpo.

Continua poniendo atención, pero ahora al exhalar. Observa cómo el aire que sale de tu nariz se mezcla con el aire del mundo alrededor, hasta que tus pulmones se vacían y están listos para inhalar de nuevo.

Observar la respiración es una gran manera de conectarnos con el cuerpo y con el mundo que nos rodea, de una forma mucho más íntima.

2. Reconoce el dolor

Es normal que nuestra primera reacción al dolor sea de rechazo. Pero la meditación nos lleva hacia el dolor. Si hay dolor en alguna parte del cuerpo, centra tu atención en él.

¿Qué clase de dolor es? ¿Es largo, agudo o sólo es ligero?

Cuando nos acercamos al dolor de esta manera y lo aceptamos, nos volvemos uno con él.

Y cuando el dolor y nosotros somos uno, entonces ya no queda nadie para sentirlo.

3. Suelta la tensión

Ahora explora la parte del cuerpo que esté tensa. Revisa tus hombros, mandíbula y piernas. De forma consciente, suelta la tensión a la que te aferras.

Si permanece, mírala con toda la compasión que puedas. Entiende de dónde viene la tensión. Te aseguro que encontrarás orígenes que no imaginas.

4. Fluye

Cada vez que inhales, visualiza tu respiración yendo directamente hacia la parte con dolor. En cada exhalación, siente cómo el aire sale de esta parte, con toda tu atención.

Después, lleva tu atención hacia otras sensaciones; como la gravedad jalando tu peso hacia la tierra o el roce de tu ropa.

5. ¡No te des por vencido!

La única manera de hacer mal la meditación es no haciéndola. Aunque la encuentres extraña, aburrida o frustrante, la práctica es lo único que hará que obtengas los beneficios de sentarte a meditar.

Poco a poco dejarás de preocuparte por el futuro y de abrazar el pasado. Verás las cosas como realmente son.

Imagen por Melaine Weidner http://listenforjoy.com