Entre más dharma y zazen practiquemos, el universo se beneficia porque nos queda claro que la vida está interconectada.

Si me corto un dedo mientras cocino, a ti no te saldrá sangre ni sentirás el dolor.

Pero adquiero consciencia de que existe el dolor y que hay seres sufriendo mucho más que yo.

Entonces es cuando la compasión nos mueve a hacer algo por los demás.

Es claro que no importa cuánto me esfuerce, no acabaré con el hambre o las guerras. Pero hacer sonreír a un adulto mayor es suficiente. Enviar ayuda a las víctimas de desastres naturales y saber que al menos tienen un poco de comida, es suficiente para hacerme seguir adelante.

Al meditar limpiamos la cabeza de tanta basura personal para enfocarnos a servir.

No meditamos para propósitos egoístas.

Hacemos zazen para el universo.