Contrario a la creencia popular, la evidencia histórica apunta a que Shakyamuni Buda (el Buda histórico) no era un ser mágico. Tampoco fue enviado por los dioses y no tenía nada de especial.

Sin dudad era un tipo inteligente. Eso lo llevó a llevar una vida de estudio, introspección y de enseñanza; que se traducen en una sola palabra: disciplina.

El Buda era una persona que desarrolló hábitos poderosísimos, documentados en el documento Sumangala-Vilsini. Le ayudaron a cuidar su cuerpo, mente y su relación con el universo.

Muchas de estas prácticas nos fueron transmitidas a la comunidad monástica para ser practicadas a diario.

Así que pensando sobre esto, concluí que sería interesante hacer un resumen de los hábitos que todos podemos desarrollar hoy mismo.

Pero no hay de qué preocuparse. No son rituales complejos, ni versos en idiomas extraños. Son hábitos que promueven la introspección, la calma mental y son prácticos.

1. Posee sólo lo necesario

El Buda nació en la nobleza y rodeado de lujos. Conforme iba creciendo entendió que los bienes materiales, a pesar de que algunos son necesarios, la mayoría son insatisfactorios.

Cuando tienes algo que cubre un capricho y es novedoso, terminará siendo sustituido por el siguiente artículo que te dicte el deseo.

Pero muchos hemos encontrado que comprar poco, estar conscientes de los impulsos y entender lo vacío que es el materialismo, trae la paz mental.

Sí, leíste bien. Tener pocas cosas, tranquiliza los nervios.

Algunos monjes budistas van por la vida con unas 20 cosas.

No se trata de que dejes de comprar para siempre. Se trata de que seas tú quien controla el impulso por comprar.

Es más fácil de lo que crees. Sólo pregunta con honestidad: ¿Realmente necesito esto? Casi siempre la respuesta será no.

2. Cultiva la generosidad

Ser generosos no es una cuestión de moda o de que los demás nos vean como héroes.

Es el acto más noble y humano que existe porque si somos generosos, estamos promoviendo un mundo en el que vale la pena vivir.

Además, la generosidad es un hábito que tiene recompensas gigantescas. Cuando ayudas a alguien sin esperar nada a cambio, estás cuidando a la humanidad en general.

Te hace compasivo, comprendes a los demás y pateas al ego lejos de ti. La depresión se aminora, la tristeza se va y vienen sentimientos de satisfacción y armonía.

Ser generosos no es difícil. Cede el paso. Sonríe a todos y saluda. Regala algo de comida a quien tenga hambre. Dona un poco de dinero a alguna institución en la que creas.

Al final del día, tus actos y tu pensamiento serán purificados con el fuego de la bondad.

3. Medita

Nunca me cansaré de promover la meditación.

Es la disciplina mental por medio de la cual enfocamos la mente a una sola cosa. Nos enseña a soltar lo que no vale la pena. Nos da cimientos para ser mejores fomentando la generosidad y la compasión.

¿Cómo comenzar a meditar? Aquí hay algunas ideas.

4. Sigue a los sabios

Llega el momento en la vida en el que debemos aceptar que no lo sabemos todo.

De hecho, muchos somos bastante tontos, a pesar de poner todo el empeño 😀

Cuando entendemos esto, es el momento de buscar un maestro.

¿Necesitas aprender una nueva habilidad para tu trabajo? Busca a algún experto que te enseñe por medio de un curso, libro o charla.

¿Quieres cocinar mejor? Sigue a algún chef que comparta sus conocimientos.

¿No sabes cómo correr sin lastimarte? Encuentra a algún maratonista que te inspire.

Cuando caminamos a la sombra de un sabio, sus conocimientos nos benefician. Pero más allá, estamos ablandando el ego porque reconocemos que siempre hay alguien que es mejor.

El Buda siguió a muchos maestros, por años y años. ¿Porqué tú no?

Pero Chocobuda, todo esto es muy difícil de lograr. 

Claro que no lo es. Sólo hay que decidir hacerlo y entender que los beneficios son mucho más grandes. No sólo saldrás ganando tú.

El universo se beneficia con tu práctica.