La seguridad es una ilusión.

No importa qué tan gruesas sean las paredes de tu casa, qué tan completas sean tus pólizas de seguro, cuántos años lleves en tu trabajo  o los años que lleves de casado. Nada importa a la hora de que la Señora Impermanencia decide golpearte directo en la cabeza. Es una de las lecciones más grandes de la vida, pero a la que más nos resistimos a entender.

Si esta verdad es absoluta y no cambia, ¿porqué seguimos abrazándonos a lo que nos hace sentir seguros? Porque a los humanos nos gusta sentir que tenemos el control de todo, hasta de la misma naturaleza.

Lejos de buscar motivos o criticar esta conducta básica, podemos mejor enfocarnos en las virtudes de ello.

Tomar el control de las cosas y situaciones nos da cimientos para tener una vida tranquila. Cuando la impermanencia ataque, tendremos la calma y los elementos para actuar de manera acorde.

Por el contrario, vivir desparpajados, sin organización y sin dirección, genera angustia y sufrimientos.

Es aquí donde los nuevos hábitos se vuelven fundamentales para el desarrollo personal.

Cuando decides practicar un nuevo idioma, ajustar tu gasto, expresarte mejor, comer sano o hacer ejercicio; lo que estás haciendo en realidad es salir de tu área de comodidad para solucionar un problema de forma directa.

Para algunos se trata de tener las agallas, la disciplina y determinación para lograrlo al día siguiente.

Para otros, el camino tiene que ser lento y amigable. Poco a poco es mejor.

Como quiera que sea, todos los esfuerzos para cristalizar un nuevo hábito se traducen en tomar el control de nuestra vida.

Esto equivale a bienestar porque comprendemos que la cura para el miedo es la acción.

Nos hace personas más íntegras porque para empezar un nuevo hábito se requiere aceptar que el cambio es necesario. Pasamos encima de nuestro ego.

Nos volvemos positivos porque sabemos que el camino hacia una nueva conducta es terreno inexplorado, pero estamos dispuestos a fracasar una y otra vez hasta lograrlo.

Adoptar nuevos hábitos nos abre la mente a posibilidades que no imaginábamos e incrementa nuestra capacidad de asombro.

Sabemos que las acciones tomadas nos dan la dulce, dulce ilusión de seguridad porque no estamos sentados en nuestro gordo trasero esperando la muerte.

Un año nuevo está por comenzar y lanzo el reto:

¿Cuál será tu nuevo hábito para el año entrante?

¿Tienes los bríos necesarios para tomar el control de tu vida?

¡Actúa!