El frío pega directo en la piel de mi cabeza.

No hay cabello que lo proteja, hace tiempo renuncié al lujo de la vanidad.

Mi cabeza afeitada enfrenta al mundo que me mira como si estuviera loco, como si fuera enfermo terminal.

Camino el camino del dharma, un paso a la vez.

Un libro a la vez.

Un aprendizaje a la vez.

Una renuncia a la vez.

Un remiendo a la vez.

Sin prisa.

Observo. Escribo.

Guardo silencio y hago zazen para explorar la vacuidad de la mente. Me uno al cosmos para entender que el ego es veneno.

El yo se desvanece por un momento y da paso al Buda.

El vacío es el Buda.

Zazen es el Buda.

La Okesa que cubre mi cuerpo es el Buda.

Mi cabeza afeitada es el Buda siendo el Buda.

Silencio.