Se habla mucho por todos lados sobre la importancia que tiene adquirir nuevos hábitos. Existen blogs, libros, podcasts y oradores magníficos que nos impulsan a tomar la aventura de mejorar nuestra vida con conductas sanas como salir a correr, comer mejor, estudiar más o ser más productivos.

Sin embargo los hábitos son mucho más que ganas de aprender cosas nuevas o leer libros motivacionales. Los hábitos son parte de la naturaleza humana y no podríamos ser lo que somos sin ellos.

Vivimos por y para ellos. ¿No me crees? Piensa en lo que hiciste hoy en la mañana y compáralo con lo que hiciste ayer. Estoy seguro que será lo mismo que harás mañana temprano. Es decir, tienes hábitos establecidos para despertar, comer, beber, trabajar y relacionarte con el universo que te rodea.

Por definición, los hábitos son acciones repetitivas que hacemos de forma automática y que están gravadas en nuestra personalidad.

Podrás auto engañarte pensando que eres muy libre y que eres único e irrepetible; que siempre buscas ser diferente. La realidad es que todos somos hábitos. Y eso no es malo. Al contrario.

Somos capaces de tener y desarrollar hábitos maravillosos que nos hacen crecer y tener vidas increíbles.

Pero siendo los seres de contrastes que somos, no podemos negar que también tenemos hábitos que nos hacen sufrir o que ponen en peligro nuestra salud mental, física o espiritual. Y al ser acciones automáticas, muchas veces no nos percatamos que estamos llenos de malos hábitos.

La mejor forma de comenzar a cambiar estas conductas es saber que existen y que quizá las practicamos todo el tiempo. Por esa razón comparto esta pequeña e incompleta lista  de 15 hábitos que TODOS tenemos y que nos cuestan la felicidad. 

1. Mentir

El Doc. House dice (y con mucha razón): Todos mentimos. A veces lo hacemos para cosas «buenas» y a veces para destruir. Como sea, estar consciente de nuestra habla nos ayudar para evitar mentir lo más que se pueda. Es mejor una verdad ruda, que vivir en falsedad.

2. Manipular

Este hábito es uno de los peores. Ya sea de forma consciente o inconsciente, todos disfrutamos tener el control de las personas o de las situaciones. Podemos llegar límites absurdos  como causarnos daño para obtener atención o cariño. Si eres manipulador, revisa tus intenciones y entiende que todos los seres vivos merecen ser respetados. Si necesitas lograr algo, es mejor ser claro y directo que andar atentando contra la dignidad de los demás.

3. Procrastinar

Perder el tiempo es delicioso porque permite descansar y relajar la mente para poder seguir siendo útiles. El problema es que la mente disfruta estar enfocada en cosas que la distraen y que evitan el pensamiento. Cuando nos enganchamos en la procrastinación pueden pasar horas o días antes de que nos demos cuenta. Al final somos víctimas de eso porque mientras perdemos el tiempo, el trabajo y los proyectos se apilan. Estar consciente de cuando procrastinamos es el primer paso para vencerla.

4. Negatividad

En ocasiones la vida se pone tan ruda que todo lo vemos mal. La comida no sabe bien, el atardecer duele y en general todo es nefasto. Eso es ser negativo y es una conducta virulenta porque acaba con nuestra salud y se contagia a los demás. Afecta a todo el universo. La mejor forma de acabar con ella es estar atentos a nuestros pensamientos y al habla. No se trata de ser ingenuos felices, sino de no caer al otro extremo.

5. Tardanza

Soy el primer convencido de que las cosas nunca urgen. Pero también entiendo que esta civilización depende del tiempo. Llegar a tiempo, entregar a tiempo, hablar oportunamente… todo ello forma parte de nuestro estilo de vida, y eso está muy bien. Son reglas que no podemos romper. El problema es que nuestro ego siempre quiere ir contracorriente y se revela ante el tiempo. Cuando el mal hábito de la tardanza nos invade, afectamos a todos los que nos rodean. Estar enfocados y conscientes del momento actual nos ayuda a no caer en la tardanza.

En la siguiente entrega exploraremos otros 5 malos hábitos, para después hablar un poco sobre cómo cambiarlos.

Leer segunda parte.