En este blog no hace falta adentrarnos lo que cientos de medios informativos repiten. El mundo está atravesando una epidemia de ébola que merece cuidado y seguimiento.

En mi pequeña y tonta mente hay también otras epidemias de impacto para la humanidad y que están fuera de control, cobrando muchas más víctimas. Tal es el caso de la obesidad, diabetes o síndrome metabólico. Pero yo no soy nadie para decidir qué es urgente atender y qué no lo es.

Lo que me entristece infinitamente es que las noticias sobre el ébola han explotado debido a que hay personas no africanas contagiadas. En todos lados podemos ver que algunos americanos y algunos españoles están contagiados. Lo repiten hasta el cansancio, convirtiendo la tragedia humana en un espectáculo para blancos. Por supuesto es lamentable y se hay que atender la emergencia sin importar la persona.

Perdón, pero… ¿Y los más de 1,000 muertos en África no cuentan? ¿Cómo es que la situación allá es menos importante que en América o en Europa?

Y más allá de eso, ¿por qué los africanos son menos relevantes que los blancos?

¿En qué momento se decide cuando un humano pasa a segunda clase?

He estado peleado con los noticieros desde hace muchos años. No consumo noticias de fuentes que esparcen miedo, odio o sensacionalismo (Televisa en México o Fox News en Estados Unidos) por una razón que me es importante: también se propaga y lucra con la falta de compasión.

El hecho de que los africanos sean menos importantes que caucásicos, es el reflejo de que las mentes de los comunicadores actúan con una falta de humanidad impresionante. Y lo peor es que la gente que consume estos medios termina pesando igual.

La tragedia humana nos incumbe a todos por igual, nos afecta a todos por igual.

Pero esta estructura mental divisoria insiste en crear bandos, razas, religiones y castas. Por eso nos es fácil burlarnos del que tiene menos, de quien no es como uno, del que vive con un reto físico específico o del que no comparte nuestra filosofía. Ponemos etiquetas y juzgamos simplemente porque no sentimos a los demás como parte de nosotros.

Estamos divididos y eso nos hace catalogar a otros como humanos de segunda clase.

Hasta que la compasión sea parte de nuestros sistemas culturales y educativos, la humanidad seguirá cayendo en este error.

Sin embargo está en nuestras manos cambiar esto.

Y sólo se necesita un pensamiento sencillo para empezar: Todos los seres sufrimos por igual Hay que entender para ayudar.