El cultivo de hábitos de forma voluntaria es una forma maravillosa de lograr el crecimiento personal o espiritual. Nos guste admitirlo o no, somos seres definidos por los hábitos. Nuestras vidas se caracterizan por la ejecución de conductas repetitivas automáticas que nos dan seguridad y abren la puerta al aprendizaje. Y eso es muy bueno.

Pero esta automatización de acciones también nos puede perjudicar si no estamos atentos a ellas y a cómo la mente se pierde. Tal es el caso de nuestros hábitos en las redes sociales en línea.

Todos tenemos muchas redes sociales. Ejemplos: los amigos de la universidad, los compañeros de trabajo, la familia o los miembros del club deportivo. Cada grupo tiene su mística, reglas y valores; que se vuelven hábitos de grupo. Quizá en el futuro hablaré de ellos.

Éste post hablará brevemente de nuestros hábitos de redes sociales en línea. Es decir Facebook, G+, Twitter, Diaspora, YouTube (sí, es una red social) o Pinterest.

¿Te has dado cuenta cómo al entrar a tu red social siempre haces lo mismo? Te firmas, vas a tus alertas de mensajes, respondes, actualizas tu estatus con un mensaje o foto y luego comienzas a leer el torrente de actualizaciones de tus contactos. Ésto es un hábito del cual se valen los genios matemáticos e ingenieros de software para colocar contenido y publicidad en nuestras mentes. Nada de malo en ello, claro.

Las redes sociales son una magnífica herramienta para estar en contacto con la gente que quieres, para consumir información de tu interés y hasta para buscar peleas con quien no conoces. En teoría, estos medios facilitan la comunicación humana y nos acercan unos a otros. O eso es lo que dicen en su publicidad.

La realidad es que nuestros hábitos en redes sociales nos han vuelto vulnerables, agresivos y estamos más solos que nunca. ¿Cómo es esto? ¿Cómo es posible que al tener más de 500 amigos en la lista de contactos podamos estar solos?

Porque por desgracia, lo que los anuncios no nos dicen, es que las redes sociales usan trucos psicológicos elementales para mantenernos enganchados y sin despegarnos de ellas, como por ejemplo:

Recompensa inmediata. Entrar a Facebook es entrar a una pizzería que siempre está repleta de pizza caliente y lista para el consumo. Sólo hay que iniciar el consumo y el flujo de rebanadas jamás se detiene. Son fáciles de digerir y no hay que tomar decisiones más que abrir la boca para recibir más.

Ilusión de anonimato. Entrar en discusiones en redes sociales es fácil y delicioso. Cada vez que hay algo que nos ofende y nos molesta, basta con lanzar insultos y listo. Satisfacción inmediata. Nadie sabe quiénes somos y nadie sabe cómo encontrarnos… a menos claro, que se ponga mucho esfuerzo de por medio.

Ilusión de libertad. Las redes sociales nos ofrecen un sinnúmero de opciones para hacer lo que sea. Es decir, nos da la libertad de elegir siempre y cuando no salgamos del corral.

Claro que hay muchos trucos psicológicos más. Y no, no estoy en contra de las redes sociales. Todo lo contrario.

Hay que afirmar que las redes son lo que son: herramientas.

Pero nuestra atención tiene que estar en los hábitos, para que éstas no se conviertan en un problema.

¿Cómo hacer que las redes sociales funcionen a nuestro beneficio? Estos pequeños hábitos pueden hacer un mundo de diferencia:

Controla tu tiempo. No veas tus mensajes cada 5 minutos. Dedica una hora o un par de horas al día para tus redes sociales, sin que se entrometan en tus actividades. Si necesitas las redes para trabajar, crea una cuenta sólo para el trabajo.

Úsalas como recompensa para reforzar otros hábitos. El ser humano no es diferente a otros mamíferos en el sentido de que también nos gustan los premios. Revisa qué hábito quieres crearte y luego usa el tiempo en redes sociales como premio. Ejemplos:

  • 1 hora de inglés equivale a 30 minutos de Facebook.
  • Comer una ensalada al día y cero refrescos, equivale a 30 minutos de Twitter.

No entres en discusiones sin sentido. Las peleas son constantes en redes sociales debido a que no tienen consecuencias reales y no arreglan el problema que se discute. Sin embargo son adictivas porque nos dejan agredir y sacar al simio interno, lo cual genera estrés, cansancio y vacío. La vida es mucho más tranquila cuando no discutes por cosas irrelevantes.

Promueve la amistad. Habla sobre cosas positivas y de la forma más honesta posible. Haz planes para salir con tus amigos, para realizar alguna colecta a beneficio de una ONG.

Limita tus grupos. Entre más grupos tengas qué atender, más estrés generas para ti mismo. Pon un límite de grupos de interés y verás cómo es mucho más simple manejar tus conexiones.

¿Tienes algún hábito secreto para manejar tus redes sociales? ¡Compártelo!

¿Necesitas aprender sobre cómo cambiar tu vida por medio de los hábitos positivos? Ven a nuestro taller de hábitos.