Continúo con mi estudio del poema zen Soanka o La ermita con techo de césped. La tercera línea dice:

Cuando terminé la choza, nuevas hiedras aparecieron.

Aquí Master Shitou nos cuenta que luego de mucho trabajo pudo terminar de construir su hogar. Pero justo al final se percata de que en el pasto han salido hiedras.

En la jardinería las hiedras son parásitos que no sólo hacen feo el jardín, sino que enferman a las plantas que ahí habitan. Les roban vida. No importa cuánto nos esforcemos en quitar la hiedra, al poco tiempo vuelve a salir.

Conozco muchas personas que se frustran, hacen berrinche y se enojan sobre manera por las hiedras y las plagas. Toman todas las medidas precautorias, investigan, se esfuerzan, trabajan horas en el jardín; todo para que a los pocos días llegue un batallón de pulgones a devorarlo todo. Y cuando los pulgones se van, regresa la hiedra.

Siempre regresa, así como la infelicidad y la frustración.

La casa del poeta ha sido terminada, pero está invadida por la hiedra. Quizá había quedado hermosa, pero la hiedra pone en riesgo todo, además de que mata la belleza de la vivienda.

Nuestra vida y todo lo que hacemos es la Casa de Césped. La construimos con mucho esfuerzo, la moldeamos hasta que quede justo como la queremos y luego descansamos un momento. Cuando volteamos la cara hay algo que lo destruye todo.

¿Cuántas veces no nos ha pasado? Luego de horas de estudio, reprobamos el examen. Planeamos el viaje ideal y se descompone el auto en media carretera. Cuando somos más felices con la pareja, pasa algo que envenena la relación. Cuando más hermosos nos sentimos, nos damos cuenta que estamos envejeciendo. Cuando estamos disfrutando más al abuelo, ¡se le ocurre morir!

La vida está llena de hiedras, pero somos tan pretenciosos y egocéntricos que decidimos ocultar las cosas feas bajo la alfombra. Nos centramos tanto en lo que nos conviene, que ignoramos el hecho de que la vida es dinámica y cambiará nos guste o no.

Y justo porque estamos tan enamorados de nuestro ego, rechazamos la Impermanencia de las Cosas. La odiamos. No queremos pasar por ninguna especia de cambio que modifique el estado actual. ¡Lo queremos todo porque somos los reyes del universo!

Pero no lo somos. El universo no está para cumplir nuestros caprichos. Somos nosotros los que debemos aportar al universo. Eso es toda una lección de humildad que pocos están dispuestos a reconocer.

Quizá Master Shitou se sintió enojado y lleno de frustración al ver que su hogar había sido invadido por las plantas parásitos.

Pero entonces nos regala la cuarta línea del poema:

Ahora sigue en pie, cubierta por la hiedra.

Imagino que el maestro debió haber pasado un mal rato. Pero luego decide ver la realidad para reconocer que a pesar de la hiedra, la choza no se ha derrumbado.

Esto me hace recordar una sabia frase: los problemas se resuelven contigo o sin ti. ¿Entonces para qué sufres?

Cuando aceptamos la vida como es, cuando sabemos que todo está en movimiento y que nada dura para siempre; es mucho más fácil aceptar el cambio.

La enseñanza de la Aceptación tiene muchos críticos en el mundo capitalista porque piensan que el budismo es conformismo y mediocridad. ¡Nada más lejos de la verdad que eso!

No es que debamos dejar de tomar las riendas de nuestra vida. No se trata de dejarnos vencer para esperar la muerte. No, para nada. Se trata de adaptarse al cambio sin oponer resistencia, sin juicios y caminar un paso a la vez. Con integridad y sabiduría porque sabemos que nada viene sin esfuerzo.

Quizá es molesto tener que quitar la hiedra una y otra vez, pero el jardín siempre estará ahí majestuoso y mucho más grande que cualquier cantidad de hiedra que pueda nacer.

Porque la hiedra es parte del jardín y siempre será así.

La muerte es parte de la vida. No existe libertad sin entender que también hay opresión y esclavitud en el otro extremo. La felicidad no la podríamos entender sin la amargura y la tristeza.

El universo está en equilibrio todo el tiempo. Pero somos tan ciegos y tontos que queremos que siempre nos beneficie invariablemente.

La choza de césped tiene hiedras. Pero Shitou sabe que son parte de la choza.

Y la choza permanece.