El concepto de libertad no debería existir. Es antinatural que siquiera tengamos que usar esa palabra y que le hayamos puesto tanto valor. La simple idea de libertad es una condición que surge para contrarrestar el concepto de cautiverio y esclavitud.

Pensar en libertad es una ilusión que nadie entiende, pero que vende muy bien lo que sea.

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Nos encanta creernos el cuento de que somos libres. Es una narración que surge una y otra vez en nuestra mente, en nuestras tradiciones y en lo que enseñamos a los niños.

Luchamos por la libertad cuando nos sentimos amenazados, cuando no nos podemos salir con la nuestra, cuando no ganamos o cuando alguien está en conflicto con nuestros intereses. Pero al mismo tiempo ponemos cadenas a las personas que queremos, a nuestro trabajo y a nosotros mismos.

Somos los primeros en violar la ilusión de libertad. Ya sea moda, tecnología, relaciones personales, sustancias tóxicas, partidos políticos, nacionalidades, lo que sea que escojamos; nos ponemos unas cadenas enormes en el cuello que nos evitan ser libres.

Nos hacemos esclavos de nuestras opiniones, de nuestros deseos y de lo que queremos alejar. No permitimos la diversidad y odiamos al que es diferente. ¡Esa es la peor clase de esclavitud! Además de que nos hace infinitamente amargados e infelices, para perder toda capacidad de tolerancia y paz.

En la naturaleza no existe un concepto alguno como libertad. No hay ser vivo que tenga en cautiverio a otro o que lo aterrorice psicológicamente. Existen ciclos, por supuesto, pero no contienen maldad alguna. El tigre mata porque lo necesita, así como la vaca destruye el pasto porque necesita mantenerse viva también.

Pero nosotros vamos mucho más lejos porque queremos que el universo funcione para nuestros propósitos. Esclavizamos, destruimos, manipulamos. Juzgamos y ejecutamos al culpable de no ser como nosotros.

¿Cómo es eso libertad?

En los primeros dos versos del Dhammapada, el Buda nos dice:

Los estados mentales están precedidos por la mente, liderados
por la mente, creados por la mente. Si uno habla o actúa con
mente impura, de aquí el sufrimiento lo sigue a uno como la
rueda sigue la pata del buey que tira el carro.

Los estados mentales están precedidos por la mente, liderados
por la mente, creados por la mente. Si uno habla o actúa con
mente pura, de aquí la felicidad lo sigue a uno como la sombra
que no se aparta.

La libertad es un concepto humano que inventamos para contrarrestar el peso de nuestras propias ataduras. Jalamos una carreta persiguiendo la zanahoria de la libertad, haciéndonos esclavos durante todo el camino.

Cuando la mente está libre de deseo, de hambre de poder y deja de odiar; entonces las ideas de libertad, esclavitud, fronteras, fantasías de seguridad y cautiverio se esfuman hacia el cosmos.

Con la mente limpia se terminan las divisiones y las diferencias. Desaparece la ilusión del Yo para dar paso al sagrado y perfecto Todo.

El verdadero sabor de la libertad llega cuando dejas de buscarla y cuando dejas de ponerte rocas en la espalda.

El verdadero sabor de la libertad llega.

El verdadero sabor de la.

El verdadero.

Verdadero.

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— silencio —