De vez en cuando me gusta saludar en Twitter de esta forma:

Y siempre obtengo mensajes privados de amigos budistas ofendidos. ¿Cómo es posible que un monje zen desconfíe tan abiertamente del Buda?

Desconfío en todo lo que dice el Buda y todos los maestros zen. Desconfío de Dogen, de Nishijima, de Bodhidharma. No he encontrado uno solo que me haga seguirlo ciegamente.

Todo el dharma que leo y que observo necesita ser puesto a prueba para comprobar si es real o es solo bullshit creada por fanáticos. Lo aprendo, medito con ello y lo aplico.

Una de las enseñanzas más significativas para mi proviene del Kalama Sutta; de cuando el Buda impartió una plática al pueblo Kalama. Éste lugar vivió una gran afluencia de maestros espirituales, al grado de que nadie sabía quién poseía la verdad.

Ante la presencia de maestros que se contradecían y se peleaban por tener más seguidores, los Kalamas estaban muy confundidos. Así que cuando llegó el monje Gautama le preguntaron: «¿Cuál de todos estos venerables brahmanes y meditadores está diciendo la verdad y cuál miente?»

El Buda respondió:

Ahora, Kalamas, no crean en reportes, leyendas, tradiciones, escrituras, conjeturas lógicas, inferencias, analogías, aceptación de puntos de vista meditabundos, probabilidad o en pesamientos. «Éste meditador es nuestro maestro». Cuando sepan por ustedes mismos que estas cualidades están llenas de virtud, están limpias de culpas; que estas cualidades son admiradas por los sabios; que cuando se adoptan  y se aplican, llevan a la benevolencia y a la felicidad; entonces deben entrar en ellas y hacerlas propias.

Esta enseñanza siempre me ha motivado a cuestionar y a adoptar el método científico como parte de mi personalidad. Cuestiono, formulo hipótesis, investigo, experimento las veces que pueda, recopilo datos y aplico el conocimiento.

Claro que disto mucho de ser hombre de ciencia, pero este sistema de pensamiento me ayuda a verificar las enseñanzas del Buda y muchas de las cosas que damos por sentadas.

Así es como mejoré mi relación con la comida, curé mi insomnio, mejoré mis formas de trabajar y aprendí muchas cosas.

Pero al mismo tiempo que desconfío del Buda, tengo plena confianza en él y en las enseñanzas. Confío ciegamente en Nishijima, Shitou, Hakuin, Ryokan, Kodo, Ueshiba, Kano. Sé que están ahí para ser entendidos y aplicados, para ser retados y al final, transmitidos.

Es una dulce dualidad que se vive cuando estás de este lado del zen. Ver la vida sin pasión y con la mayor ecuanimidad posible nos permite ser imparciales para seguir buscando y aceptando lo que es. Lo que está.

Confío y desconfío. Acepto y reto.

Vivo en medio.