Febrero es el mes del amor en Chocobuda 🙂

Los humanos somos simios muy pretenciosos. Sentimos que el universo gira en torno a nosotros y creemos de tiempo completo, que podemos salirnos con la nuestra. Generamos una idea, la ejecutamos y esperamos los resultados con emoción.

Ya sea un negocio, un viaje o una receta de cocina, ¡lo que sea!; en la mente creamos la ilusión de que el universo cumplirá nuestros caprichos y saboreamos por anticipado la recompensa favorable. Contemplamos  todos los detalles. Planeamos hasta el más pequeño de los factores. Nada puede salir mal.

Creemos que por el simple hecho de «ser yo», siempre ganaremos. Pero la vida tiene un naipe que siempre guarda para sacarlo en el mejor momento y nos lo arroja en la cara.

Esta carta se llama Consecuencias.

Absolutamente todo lo que hacemos tiene consecuencias que viajan como ondas en un estanque. Si haces A, afectará a B,C,D…Z. No hay manera de que no suceda porque el universo está interconectado de maneras tan sutiles que escapan a la vista.

Esto aplica a todos los campos de la experiencia de estar vivo, y aun más para las relaciones personales.

Me parece muy curioso cómo pretendemos involucrarnos en relaciones amorosas, sexuales o de amistad y decidimos ignorar que nuestros actos generarán consecuencias. Como estamos siempre con la mentalidad ególatra de ganar, dejamos de lado entender la responsabilidad que cargamos cuando siquiera respiramos.

Esto nos lleva a usar a  los demás como peones de un juego personal de ajedrez.  Los manipulamos a nuestra conveniencia con mil trucos y artilugios, para pasar por encima del hecho de que estos peones son personas. Personas con corazón y ego que pueden ser lastimados por nuestros actos.

Aún más allá, nos embarcamos en relaciones para satisfacer nuestras necesidades y nunca nos preocupamos por la felicidad del otro.

Entonces cuando la relación deja de apuntalar nuestro ego y surge el ego del otro, o se vuelve complicada; nos sentamos a llorar preguntando «¿qué hice mal?». Pero como el ego está fuera de control, en lugar de corregir, saltamos a la siguiente relación y buscamos que el universo nos obedezca.

Perdón, pero esto jamás funcionará. Si seguimos con esa mentalidad todas nuestras relaciones personales serán difíciles o desastrosas.

Tus acciones tienen consecuencias.

El amor y el sexo SIEMPRE tienen consecuencias.

Si comenzamos una relación pensando únicamente en la satisfacción o recompensa personal, será una relación vacía y llena de infelicidad pues en algún momento los egos chocarán.

El punto es entender que el impacto de las consecuencias puede ser favorable si actuamos con honestidad, rectitud y ética. Si al iniciar una relación pensamos en el beneficio del otro, en lugar de nuestros caprichos o deseos, tendrás muchas posibilidades que de todo marche bien por mucho tiempo.

Claro que la vida tiene su propia agenda y las personas pueden causar daño. Pero, ¿adivina qué? Es parte de la experiencia de pertenecer a esta raza homínida y solo así aprendemos y crecemos.

Sí, esto es karma-vipaka (acción-consecuencia) y es una ley del universo que vale la pena estudiar y respetar para usarla en la vida.