Zen-Moon

Al perro del Maestro Zen le encantaba salir a jugar en las tardes con su amo. El perro corría para regresar la rama, que el maestro volvía a arrojar. Con felicidad el perro esperaba el siguiente turno.

Un noche el Maestro invitó a uno de sus más brillantes estudiantes a caminar con ellos. El chico era tan inteligente, que no entendía las contradicciones del budismo.

—Debes entender— dijo el Maestro—, que las palabras son solo marcas en el camino. Nunca dejes que las palabras o los símbolos oscurezcan la verdad. Te lo mostraré.

El Maestro llamó a su feliz perro.

—Tráeme la luna— ordenó al animal y apuntó con su dedo a la luna llena.

—¿Hacia dónde está mirando mi perro?— preguntó el Maestro a su alumno.

—Está mirando a su dedo, Maestro.

—Exacto. No seas como mi perro. No confundas el dedo que señala con lo que está señalando. Todas las palabras budistas son solo marcas en el camino. Todos los humanos deben ver a través de las palabras para encontrar la verdad.