200px-Japanese_Buddhist_monk

Desde que dejé la casa familiar,
lanzándome al mundo como es,
he borrado todas las fechas.

Ayer vivía en una montaña verde,
hoy juego en el pueblo.
Más de cien piezas conforman mi túnica.
Mi único cuenco no conoce de años.

Apoyado en mi bastón para caminar,
canto hacia la noche clara;
me acuesto en mi tapete de paja,
duermo bajo la luna.

¿Quién dice que no sé contar?
Este cuerpo mío es sólo ésto.

—Ryokan Taigu, Japón (1758–1831)