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El ser humano conoce el universo que lo rodea haciendo preguntas y cuestionando todo, para entonces encender la chispa creativa que busca las respuestas. Así desarrollamos todo lo que ahora disfrutamos y lo que nos saca de la ignorancia.

Dicen que la «ignorancia es dicha», pero creo que es un error. La información y la aplicación del conocimiento es dicha porque podemos explicar lo que pasa dentro y fuera de nosotros. La cultura, la ciencia y el acceso libre al conocimiento nos hace fuertes, nos da paz y un nivel casi espiritual de comprensión de las cosas.

Y digo casi en negritas porque la razón y el conocimiento solo nos pueden llevar hasta donde el ego lo permite. Un ego inflamado y lleno de sí mismo no entenderá que hay cosas que no necesitamos entender, sino aceptar.

Existen preguntas que son totalmente inútiles, que no contribuyen en nada a la vida y que no nos vuelven mejores personas. Al contrario, solo son ruido que llega a ser un estorbo en el crecimiento personal. Seguro, saber predicciones del futuro es divertido, pero no contribuyen en nada a tu experiencia. Son ruido.

¿Existe dios o cualquier otro tipo de deidades? ¿Hay unicornios u otros seres de leyenda merodeando en el armario? ¿Nos visitan alienígenas? ¿Ganaré la lotería? ¿Me casaré con el hombre de mis sueños? Si la respuesta es , ¿como te hace este conocimiento una mejor persona?

¿Si soy bueno con los demás, serán felices? ¿Tendré buena salud si me cuido y como alimentos adecuados? ¿Si dejo las conductas que me hacen daño, mejorará mi situación? ¿Si estudio, tendré acceso a una vida mejor? ¿Si medito me  sentiré en calma? En todos los casos la respuesta es , lo que nos pone en el camino correcto para construir un mejor mundo.

Muchas personas me preguntan cuál es el papel de Dios en el budismo zen, y cuando digo la respuesta siempre obtengo de regreso miradas de desilusión o frustradas:

Cualquier tipo de dios, seres mágicos o adivinaciones son irrelevantes para el zen. La respuesta es un honesto No Lo Sé.

Cuando vamos más allá de nuestra mente analítica dejando de usar nombres, etiquetas y detenemos la búsqueda, llega el No Lo Sé. Es el tipo de mente que nos permite disfrutar el cariño de la pareja o de una puesta de sol. Es dejar de pensar por un momento, sin juzgar o catalogar información. Solo nos fundimos con el momento, permitiendo que la vida sea vida.

Rendirse ante el No Lo Sé no es mediocre ni es abrazar la ignorancia. Es simplemente soltar las preguntas que no contribuyen en nada a nuestro desarrollo personal. Quizá en algún momento las respuestas lleguen. Quizá no. La verdad es que no importa.

Lo que sí es de relevancia es vivir aquí y ahora, enfocados en el presente y en el servicio a los demás.

El mundo se alimenta y se beneficia de nuestra compasión y nuestro amor hacia los seres vivos.

El Gran No Lo Sé nos lleva hacia la sabiduría y hacia el corazón abierto para escuchar y servir. Admitir nuestra plena y total ignorancia nos hace libres, al mismo tiempo que el conocimiento también nos libera. Es una deliciosa dicotomía que caracteriza al Zen.

Así que por hoy admito: No Lo Sé.