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ADVERTENCIA: Este es un post 100% personal y aburrido.

Tengo cerca de 4 años practicando yoga y hoy 21 de junio de 2016, Día Internacional del Yoga (proclamado por la ONU), he decidido escribir un poco al respecto.

Jamás podría decir que soy yogui, maestro o practicante serio. De hecho estoy seguro que soy bastante malo. Sin embargo soy testigo de cómo mi cuerpomente ha cambiado (para bien) con la práctica de esta disciplina milenaria.

Todo comenzó cuando, luego de un maratón, me di cuenta que necesitaba estirarme un poco para relajar los músculos. Investigando descubrí que existían ejercicios de yoga para corredores y un montón de videos y tutoriales en YouTube. Como esa semana no estaba corriendo para recuperarme, decidí intentar un poco de yoga.

Y en 3 días de práctica de 20 sesiones de minutos, me recuperé; a diferencia de otras carreras en donde me llevaba hasta dos semanas estar bien de nuevo. Me impresionó.

El yoga siempre había estado en mi mente y su práctica no me era ajena, pues el Buda y muchos maestros budistas de la histora han sido yoguis. De hecho, parte de mi entrenamiento como monje zen ha sido el estudio de la filosofía yogui, y es hermosa.

También siempre han estado presentes las historias de amigos cercanos que por medio de su práctica, han logrado curar su cuerpo de cáncer, cirugías y enfermedades de todo tipo. Y sobra decir que su mente ha recibido paz que esparcen por el mundo.

Así que ahí estaba yo, practicando yoga por primera vez. Admito que al principio sentía una mezcla de miedo y vergüenza. ¿Cómo era posible que un artista marcial y corredor practicara yoga? ¡Eso es para jovencitas y ancianos! Pero el sentimiento de aventura era más grande. Decidí borrar estos sentimientos de mi mente y continuar la práctica.

Con el paso de los meses mi cuerpo se fue haciendo más flexible y comencé a desarrollar músculos que nunca había visto. Mi espalda y rodillas, que habían sido destrozadas por años de obesidad, comenzaron a curar. Ya no despertaba con dolor de cadera o cuello. Podía subir escaleras sin problema, además de que corría más ligero.

Como ya estaba cuidando mi nutrición, el yoga vino a ser un gran complemento.

Llegó entonces el año de la ortodoncia, en el que traer objetos extraños pegados a los dientes, me provocaba laceraciones en la boca. Tuve que dejar de correr para no lastimarme. Mi práctica de yoga sería el único ejercicio que realizaría. Tuve sentimientos extraños, pues correr me gustaba mucho. Dejarlo por un tiempo no me parecía la mejor idea, pero era necesario.

Sin embargo, lo hice. Seguí sin parar. En un par de semanas vi que yoga me hacía sentir mucho mejor que correr. La parte superior de mi cuerpo se fortaleció y me sentía feliz y con energía todo el tiempo. Yoga había llegado para quedarse en mi vida.

Cuando terminó el tratamiento de ortodoncia, no regresé a correr. Sentí que era mucho mejor para mi pasar más tiempo en el tapete, sintiendo y fortaleciendo el cuerpo.

Desde entonces no he parado y cada día se pone mejor.

Como mencioné, soy bastante ignorante. No sé nada de yoga y no podría enseñarlo a nadie. Mi práctica es, de hecho, deficiente porque no tengo la posibilidad de pagar para ir a un estudio con un maestro. Mis maestros son quienes buenamente comparten su conocimiento en YouTube y en DoYogaWithMe.com. También, claro, he leído algunos libros que me han servido mucho.

Esa es la razón por la que decidí compartir este post. Si yo pude curar mi cuerpo tan solo con videos, ¡imagina lo que yoga puede hacer por ti, si tienes las posibilidades de ir a un estudio! Y si no tienes la manera, pon un video e inténtalo. No tienes nada que perder, pero puedes ganar mucho.

Si nunca lo has intentado, no tengas miedo. El yoga te hará sentir bien, en unidad con todo lo que te rodea y te dará un sentimiento de paz que pocas cosas pueden dar.

¡Feliz Día del Yoga!

Namaste.