Mencioné en el post anterior que el budismo no es fácil para el recién llegado. Hay conceptos que van en contra de lo que se nos ha indoctrinado desde pequeños, como la Vacuidad y la interconexión de las cosas. ¿Cómo es que todo está vacío, pero al mismo tiempo está interconectado?

En el budismo zen entrenamos la mente al no entrenar en absolutamente nada. Nos sentamos en silencio, mirando una pared por al menos 20 minutos al día. La práctica de zazen es nuestro pilar porque no hay nada qué ganar, nada qué perder y encima de todo, no sirve para nada.

Justo porque es una práctica que parece tonta e inútil, es una práctica suprema. Cada vez que nos sentamos en zazen estamos suspendiendo el ego por un momento, porque entendemos que lo más venenoso para nuestra vida humana es el ego.

El eslogan de hoy se divide en 4 acciones de sentido común que tienen como objetivo deslavar el ego, o al menos ponerlo en perspectiva. Hay que aclarar que no tiene nada de malo tener ego. ¡Lo necesitamos para seguir vivos! Pero el Buda nos enseña que debemos estar conscientes del ego mismo para que no crezca sin control y nos domine.

Haz el bien. Parece muy sencillo y sin ninguna complicación. Hacer el bien. ¡Obvio! Pero para un ego inflamado, actuar en beneficio de los demás es muy difícil. Hemos construido una vida con base en darnos gusto, mantener lo que nos apasiona y lo que nos da comodidad. Jamás nos detenemos a pensar de dónde vienen las cosas que comemos o que usamos. Simplemente consumimos lo que se nos antoje, ya sea alimentos, bienes o personas.

Hacer el bien implica detener el ego un momento; ponerlo de lado para revisar si lo que estamos por hacer ayuda o perjudica a los demás.

No es casualidad que todas las escuelas budistas insisten en la Compasión y Generosidad como valores importantes de nuestra práctica. Esto es porque funcionan a nivel social y personal. Nos vuelve personas abiertas y compasivas, dispuestas a crear mejores condiciones para la vida.

Hacer el bien y conservar la mentalidad de altruismo nos lleva a la felicidad perfecta y duradera.

Aléjate de lo maléfico. Las cosas fáciles de la vida son seductoras y engañosas porque acarician al ego. Dan recompensa inmediata, lo cual a es super atractivo para los humanos. Apelan a la lujuria, violencia y avaricia, cancelando todo tipo de inteligencia que nos lleve a la Compasión.

Es el Lado Oscuro de la Fuerza.

Depende de cada uno de nosotros definir qué es lo maléfico, pero hay reglas universales. Si lo que estás por decir o hacer no ayuda a nadie (incluido tú mismo), no lo hagas. Es una muy buena manera de mantener el ego bajo control.

Aprecia tu locura. La puesta en escena llamada sociedad nos obliga a cumplir roles específicos. El niño DEBE ser niño y hacer cosas de niño. La mujer DEBE hacer esta lista de pendientes y cumplir a tiempo. El hombre DEBE ser responsable, llevando su vida con seriedad y cordura. Los problemas se deben solucionar SIEMPRE de esta o aquella manera. Es absurdo.

Cuando alguien se sale de los roles establecidos, es atacado.

Pero todos tenemos algo de locos. En el fondo, no importa qué tan Scrooge seamos, hay una parte que juega con juguetes, bromea, que sueña y que crea mundos. Ese loco que llevamos dentro es el que se maravilla cuando ve una nube en forma de cangrejo o que suspira al amanecer.

Esta parte hay que rescatarla, hay que hacer que florezca porque es la que nos mantiene vivos y es la mejor consejera.

Apreciar la locura es hacer que la humanidad siga adelante.

Pide ayuda. «Soy Juan Camaney«, es una frase común en México que significa «yo soy super poderoso», «puedo contra todo», «soy inmortal/infertil/invulnerable/infalibe». En realidad lo único que indica es un ego inflamado de una persona pequeña. La solemos decir cuando algo sale bien o cuando no queremos ayuda de nadie.

Y es que a los humanos nos cuesta mucho pedir ayuda porque no queremos pasar por débiles. Esto es aun más fuerte en los hombres. Preferimos morir en una explosión de vísceras y hacer la pantomima de lo duro que es la vida, a simplemente pedir que nos echen la mano.

El ego se beneficia cuando pedimos ayuda porque le estamos demostrando que necesitamos de todos, que es bueno guardar silencio y descansar en el hecho de que los demás están dispuestos a sacarnos adelante.

Se nos ha olvidado que esta civilización humana está cimentada en la cooperación y la compasión.

Si aprendemos a pedir ayuda con toda humildad, hacemos más fuertes los lazos que nos unen con amigos y familia. También creamos alianzas con personas que jamás imaginamos y pueden nacer amistades para  toda la vida.


Esta frase de Lojong es de suprema importancia para dejar de lado el ego y tener una vida menos difícil.

¿Estás dispuesto a vivir con un poco de locura, en compañía de los demás?

 

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