El Vacío o Vacuidad es una de las enseñanzas clave del budismo zen. En días recientes he encontrado a personas a quienes este concepto les produce angustia. ¡A nadie nos gusta pensar que no somos nada o que mis esfuerzos en la vida son en vano!

Vacío (Sunjata, en sánscrito) no significa La Nada. No es un concepto que nos lleve a abandonarlo todo y a sere nihilistas. Tampoco implica que las cosas del universo no existan.

En el budismo zen entendemos la vacuidad preguntando primero: ¿Vacío de qué?

Las cosas que nos rodean carecen de origen personalizado o especial. Nada de lo que nos rodea existe porque sí o tiene significado tan sólo por existir. La ropa que usas, la comida que consumes, el aire que respiras, la electricidad que disfrutas, tu auto, tus amigos, el planeta… todo existe gracias una cadena de procesos y hechos que no son independientes entre sí.

Para que tengas un teléfono móvil es necesario que exista un universo, un sistema solar, un planeta tierra, recursos naturales, seres vivos de todo tipo, billones de años de evolución, humanos… la lista es interminable. Tu móvil no es especial porque tiene la última tecnología, además de que depende de ti para que cumpla su razón de ser. Por si mismo no podría existir. Carece de significado o de origen individual, depende de todo lo demás para estar en este universo.

Todo está interconectado. El Buda llamó a esto el Origen Dependiente de las Cosas y nos enseña que nada existe aislado del resto del universo.

A pesar de que parece un mensaje claro, el ser humano entiende el mundo que lo rodea al separar todo de si mismo. El árbol lo ve como un objeto externo, cuando en realidad el ser humano depende del árbol para existir.  Vemos los insectos como una amenaza, cuando en realidad nuestra vida es posible gracias a ellos.

¡Nosotros mismos carecemos de origen específico!

Muchas de las angustias que nos caracterizan vienen por ser ignorantes a este hecho. Vemos al mundo y a otros como peones de nuestro juego personal de ajedrez. No podemos abrir la mente a que árbol, insecto, teléfono móvil, político corrupto, personas que amamos y yo somos una sola cosa, interdependiente. Somos un sistema más grande de lo que imaginamos.

Esta ilusión de separación es a la que el Buda ser refiere muchas veces en los sutras.

Cuando abrimos la mente y corazón a la Vacuidad suceden cosas muy interesantes. Ya no volvemos a sentirnos solos o aislados. Se desarrolla paciencia y gentileza. Entendemos que nuestra vida está cimentada en la bondad de miles de seres que trabajan para sustentar nuestra existencia y que nosotros hacemos lo mismo por ellos.

Vacuidad no es La Nada. Es la naturaleza esencial de lo que somos.