Foto: El Universal.

 

La humanidad está pasando por varias situaciones difíciles (como es nuestro hábito), pero una de ellas, una que me duele profundamente, es la epidemia de obesidad.

Por todos lados veo personas obesas, caminando mal, con problemas de inflamación, sudorosas y en claro sufrimiento. De hecho la obesidad es tan omnipresente que es nuestro nuevo normal; al punto de que México ocupa el primer lugar de obesidad en el mundo, con casi el 73% de los adultos en serios problemas de gordura.

Esta situación no se limita a mi país, por supuesto. Visitando otras partes del mundo he visto la misma tendencia.

Cuando era niño yo fui obeso, padecí todos los problemas que eran de esperarse. Pero revisando fotografías de mi obesidad infantil, no era nada comparado con la obesidad en los niños de hoy.

Toda mi vida adulta luché por mantener mi peso, tratando de seguir las reglas establecidas y haciendo ejercicio de forma compulsiva (artes marciales). Y nunca lo logré, llegando a pesar 150 kilos.

Entonces, sé lo que es estar ahí. Sé lo que es sentirte controlado por la comida y la desilusión constante que eso produce, además de los daños al cuerpo.

Pero Chocobuda, ¿qué tiene de malo unos kilitos de más?

Mucho, porque no son las tallas extras, es la destrucción de vidas a mano de la mala alimentación. El sistema perfecto que es el cuerpomente se rompe y se descompone, en muchos casos al punto de no retorno.

Y  en el terreno de la espiritualidad y calma mental, el sobrepeso afecta más de lo que podríamos imaginar.

Todas estas palabras las escribo porque estuve ahí. Entiendo.

Este post es un llamado a que cada uno de nosotros comience a cuestionar lo que hemos estado haciendo mal. Debemos dudar de lo que las compañías de alimentos y bebidas nos dicen. ¿En serio es la culpa del consumidor y nada tiene que ver que el azúcar y las harinas sean altamente adictivas? ¿De verdad es la falta de ejercicio?

Si las empresas se preocuparan por la humanidad no venderían ese tipo de «comida» en primer lugar.

La alimentación siempre es un camino personal. También lo sé porque llevo ya 6 años de camino en los que perdí 60 kilos y estoy más sano que nunca. Y no tengo nada de especial, no soy nadie, no soy nada. Soy una persona común y corriente. Si yo pude lograrlo, cualquiera puede.

¿Qué tiene que ver el budismo en todo esto? La práctica budista es el cultivo de la disciplina y del auto-control. Es un camino de vida que puede ayudarnos a entender y reparar el único cuerpo que tenemos.

Pero si no comenzamos hoy, nunca lo lograremos.

En futuros posts hablaré más al respecto y pronto tendremos un taller para todos.