Llamado de la Comadreja: (Pull of the Weasel) Es la voz de esa pequeña comadreja que todos llevamos dentro, que nos lleva a hacer las cosas aun sabiendo que estamos mal y que sufriremos las consecuencias.

Uno de mis héroes intelectuales es Penn Jillette. Es actor, ilusionista, escritor, músico, pensador y escéptico enemigo hasta la muerte de basura que esté fuera de la razón y nuble la mente; como las religiones, new age y conspiraciones.


En su muy extrañado programa de radio, Penn Radio, él acuñó el término Pull o Call of the Weasel, y en sus propias palabras significa: «Sabes que algo está mal, pero en algún lugar de tus entrañas, una pequeña comadreja te dice que lo hagas».


En el show, esto se prestaba para todo tipo de historias muy graciosas que los escuchas reportaban por teléfono. Pero lejos del humor y pensando un poco más, todos somos atacados por la comadreja diariamente.

Cuando mentimos, manipulamos a las personas, cuando no hacemos las cosas en el momento, al no tomar un problema de frente; sabemos perfecto que estas acciones serán contraproducentes y deberíamos hacer lo posible para resolver la situación, pero obedecemos a esta maléfica sabandija y nos vamos por el lado oscuro.
Yo no soy un santo, ni un buddha, ni nada que se le parezca. Oh, no. La comadreja me acompaña todo el día y es mi lucha constante no hacerle caso y seguir con mi vida, por el camino que me ayude más. Para ilustrar todo este tema, expongo algunas llamadas comadréjicas personales, que creo que son ejemplos universales:
  • Comida. Por supuesto que la báscula se da cuenta si como de más. Mi ropa también. Pero siempre pienso: ya mero me pongo a dieta, así que un poco más no hace daño. Es más, hay veces que ni lo pienso; simplemente me como esos nachos o pizza y ya. 
  • Ejercicio. Soy artista marcial de toda la vida, pero de algún tiempo para acá me vi obligado a dejar mi amado aikido. Sé que, al menos, debería ponerme a correr y que me va a beneficiar… pero no lo hago.
  • Meditar. 20 minutos de meditación al día cambian tu perspectiva. Te calman y te centran. Te hacen tomar las cosas como son y sin la basura que nuestra mente crea. Me conviene y me gusta. Pero no lo hago con la frecuencia que debería.
  • Llamar a mis padres. Me quieren y me extrañan y sé que les gusta escucharme. Pero siempre me hago menso y trato de no llamarles lo más posible.
Estos son tan sólo unos pocos ejemplos de lo que la comadreja hace conmigo todo el tiempo, pero hay algo que tengo que exponer:

La comadreja somos nosotros mismos, saboteándonos. 

Echarle la culpa a un pobre mamífero imaginario es muy gracioso, pero es un intento por no tomar la responsabilidad de lo que hacemos. 

Si tuviste una aventura a escondidas de tu pareja, no, no fue la tentación, ni culpa del alcohol, ni la oscuridad de la noche, ni el diablo. Fuiste tú y nadie más quien se puso en esa situación.

Si engordaste 10 kilos en diciembre, no fueron las fiestas decembrinas, ni que la tía Chayo es muy generosa con la comida. Fuiste tú por querer comer de más y ser indulgente con las cosas que SABES te hacen daño.

Si tienes que recurrir a medidas de emergencia porque no controlas tu bebida, no estás enfermo. Tú mismo te pusiste en esa situación.

En nuestra cultura latinoamericana tenemos la tonta costumbre de siempre culpar o agradecer a un ser supremo por las cosas que suceden. Se nos enseña a decir: gracias a Dios, todo salió bien. Esto significa que nos libramos de toda responsabilidad.

Llevar una vida sencilla implica librarnos de todo lo que no necesitamos para vivir. Uno de esos factores que nos estorban es el la llamada de la comadreja.

Ahora que ya sabemos que la llamada de la comadreja está ahí siempre, podemos localizarla y reconocer cuando  no queremos hacernos responsables de las cosas.

Y ese es nuestro reto diario.

Nota budista: El luchar contra el llamado de la comadreja obedece al Camino Óctuple, que es la vía hacia el nibbana (tranquilidad, felicidad total). En el futuro cercano tendremos más al respecto en Choco Buddha.