Choco mamá: ¿De dónde viene la leche, m’ijo?

Choco Buda preescolar: ¡Pos del super!

El acto de comer es una función tan automática que jamás nos detenemos a pensar en cómo la comida llegó a la mesa.

Quizá nuestra mente llegue hasta el punto en que fuimos al super mercado o hasta cuando preparamos los alimentos. Estamos conscientes del tiempo que invertimos en la compra y en la cocina, pero difícilmente llegamos a más.

Nuestra actitud hacia la comida es muy indiferente, a pesar de que gracias a ella nos mantenemos vivos y de que en torno a ella giran casi todas nuestras actividades sociales.

Nos reunimos para comer, vamos a la compra en pareja o en grupo, nos reunimos para aprender nuevas recetas. Nos alimentamos y bebemos para sentirnos acompañados.

Si los alimentos son tan importantes para la vida, ¿porqué nunca reconocemos el trabajo humano que hay detrás de ellos?

Cada bocado que saboreamos tiene cientos de horas de trabajo de la Tierra, de esfuerzo humano, de ingeniería y de dedicación de héroes sin reconocimiento que pasan sus días en el campo o en una planta industrial.

Sí, son héroes porque nuestros refirgeradores están llenos debido a que alguien en el mundo se levantó antes que tú a cultivar fruta o a revisar una línea de producción.

Con todo esto, mi punto es que somos muy pretenciosos en creer que la comida llega a nuestra mesa gracias a que pagamos una cuenta en una tienda. Por el simple hecho de trabajar y vivir en una ciudad, por recibir un sueldo, nos olvidamos de que tanto los alimentos como el agua, llegan a nuestras manos gracias a un sistema humano en el que nosotros somos la fase final de consumo.

Todos dependemos de todos y necesitamos estar consiente de ello.

En casi todas las escuelas de budismo se enseña a apreciar la comida por lo que es. Incluso existen versos como el siguiente, tomado de una escuela zen:

Primero refleccionemos en nuestro propio trabajo y en el esfuerzo de quienes nos brindaron esta comida.

Estemos conscientes de la calidad de nuestros actos mientras recibimos estos alimentos.

¿Cuánto trabajo habrá detrás de una pieza de pan? Es difícil de saber. De lo que sí estoy seguro es que un pan lleva horas de trabajo y creo que debemos tener presente esto.

Cuando comprendemos que somos parte de una enorme cadena y que todo lo que consumimos es producto del esfuerzo humano, podemos ver nuestro lugar en el mundo.

No somos tan grandes, ni tan existosos, ni tan influyentes como para ignorar el esfuerzo de los demás; nosotros mismos somos parte de otras cadenas y así el universo funciona.

Hoy cuando comas tu primer bocado piensa en esto y di gracias.

Estoy seguro que te dará una visión distinta y la palabra humildad encontrará un significado nuevo.

Nota choco budista: Entender el esfuerzo de los demás, comprender que no somos tan grandes como creemos y ver nuestra posición en la escala del universo, nos enseña humildad. Esta se alcanza con la práctica de la Atención, Intención y Acción Correctas, que son parte del Noble Camino Óctuple.