No es un secreto que las palabras cuando están bien dichas, tienen un gran efecto sobre nosotros. Un insulto puede causar un daño devastador si lo dejamos, y una palabra de aliento puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

Todo está en el valor que nosotros mismos le damos a lo que escuchamos.

Pero, ¿y si esas palabras vienen de nosotros mismos?

Por desgracia he conocido personas que fueron educados con las palabras «eres feo» y «eres un tonto» y esto se convierte en su mantra, en frases que los siguen, a veces hasta la muerte, sin que nunca se las hayan podido sacudir de encima.

Por otro lado está el extremo de quien usa las frases para motivarse y justificar el abuso hacia los demás. «Soy un vencedor»,  «soy el mejor líder» o «el mundo es mío» son mantras terribles que validan que se pueda usar a los demás como tapete.

En la antigüedad se pensaba que las palabras tenían un poder mágico sobre la vida y que si repetías constantemente una frase, podrías realizar cambios en el universo a tu alrededor.

De hecho, se desarrollaron sistemas completos de comunicación para entonar frases mágicas.

Sin entrar en la historia de los mantras, basta decir que al final el poder de las palabras no es mágico, sino que tienen un poder psicológico contundente en nuestra forma de ser.

Como siempre, aclaro que ni el budismo ni los mantras tienen magia. Tampoco nos conectan con ningún tipo de dios o ser místico.

Un mantra es una palabra o frase capaz de crear cambios en la vida de quien las entona, y son un medio muy efectivo para enfocarse en una meta. Es psicología pura.

El budismo utiliza muchos mantras que ayudan a subir el nivel de consciencia y a prepararnos para la tarea que queremos realizar. También se utilizan para tranquilizarnos debido a que algunos de ellos, aunque no significan nada en especial, hacen que nuestras cuerdas bucales y tórax vibren, provocando un descanso de la tensión del día.

También meditar con mantras es muy útil porque cancelamos el ruido externo, pero más importante, el ruido interno.

De la misma forma, usar mantras en nuestras tareas cotidianas puede ser muy útil ya que podemos crear nuestras frases personales, siempre y cuando sean las mismas y las usemos con disciplina.

Por ejemplo, un mantra muy muy útil para tranquilizarnos en la oficina es una simple tonada con los labios cerrados. Es decir, un sencillo «mmmmmmmmmm… mmm… mmmmm» repetido por unos 10 minutos ayudarán a tu concentración y a bajar el estrés.

Cada mañana puedes entonar un pequeño mantra al verte al espejo. Alguna cita célebre o fragmento de canción pueden funcionar muy bien.

Y si quieres algo con mucho más profundidad, entonces puedes estudiar un poco de los mantras clásicos del budismo.

Om mani padme hum, uno de los más comunes y hermosos, evocan a nuestra compasión por todos los seres del universo.

El usar una frase ayuda mucho. De verdad sugiero que lo intentes y compartas tus experiencias en los comentarios.