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No esperes nada, pero prepárate para todo

Adagio Samurai

Uno de los fundamentos de las culturas cristianas es la idea principal de la esperanza; de que al morir, no importa cuánto sufriste en esta vida, vas a tener una recompensa por toda la eternidad.

Esta noción de que recibiremos un premio por el sufrimiento está tan implantada en nuestras culturas, que es muy difícil de combatir y verlo con objetividad.

Tenemos esperanza de que nos ganemos la lotería, de que llegue nuestro gran amor a salvarnos, de que algún día tendremos un mejor empleo o de que la vida se torne a nuestro favor y que la gente actúe como más deseamos.

Abrazamos en nuestro corazón ideas y fantasías de un futuro mejor en el que nadie nos dañe, en el que tenemos seguridad y en el que nunca nadie enfermará ni morirá. Deseamos un gran país lleno de oportunidad y de gente honesta.

La esperanza muere al último, dicen.

Pero mientras ese futuro dorado llega, seguimos siendo egoístas, malintencionados, mentimos, manipulamos, no trabajamos y nos sentamos en nuestros grandes traseros esperando. Esperando esperanza.

Algunos creen que la esperanza es lo que los mantiene vivos y es lo que les da fuerza para seguir adelante.

Pero si te dijera que la esperanza es una de las fuentes más grandes de sufrimiento, ¿lo entenderías?

Cuando ponemos todas nuestras fuerzas en crear un futuro ideal en nuestra mente y nos abrazamos al concepto fantasioso que surgió de nuestra necesidad de pensar que la suerte cambiará, estamos alimentando esa misma fantasía.

Y como es una fantasía, al no cumplirse nos sentimos derrotados y con el corazón lleno de decepción.

Sólo haz un poco de memoria y recuerda cuántas veces te has sentido decepcionado por las personas, el trabajo, las relaciones y hasta de una fiesta. La desilusión llega cuando tus expectativas crecen. Y estas crecen gracias a ti mismo.

Por todo esto, en budismo decimos que:

La esperanza es la negación de la realidad.

El repudio a tus condiciones actuales, el no aceptarlas, provoca un irremediable sufrimiento que dispara las fantasías de un futuro mejor. Y el sufrimiento es aun peor cuando este ideal no llega o los resultados no salen como los habías visualizado.

Tener esperanza es como ir gastar todo tu dinero en un juego de azar. Quizá ganes, pero todas tus probabilidades están en contra.

Sin embargo la esperanza es adictiva porque pone vendas en nuestros ojos para negar lo que sucede aquí y ahora.

No tiene nada de malo vivir con objetivos. Estar y aceptar el presente, trabajar, estudiar, cuidar una relación hoy y experimentar cada día con toda la intensidad; todo ello nos hace mejores personas hoy y nos brinda mejor calidad de vida hoy.

Tener la mente clara, sin prejuicios, sin fantasías del futuro y con los pies en la tierra, nos permite apreciar lo que tenemos. Cada bocado de comida es un triunfo. Cada abrazo es una celebración de la vida. Cada problema es un reto a nuestra capacidad. Y cada noche que pones tu cabeza en la almohada es una victoria.

Cada paso que das es una llegada al destino final, dice mi Maestro todo el tiempo.

Matar la esperanza, contra todo lo que las ideas religiosas nos indiquen, es una de las mejores inversiones. Esta es la visión ultra realista del budismo.

Sin esperanza, mucho trabajo y vivir intensamente cada minuto de tu día, sin abrazarte en el pasado y sin importarte el futuro. Eso es el fundamento de tu felicidad.

¿Esto es la peor idea que has leído en tu vida? ¡Deja un comentario para demostrarlo!