Navidad Minimalista es una serie de artículos dedicados a explorar las alternativas que tenemos para ahorrar dinero, apoyar el comercio sustentable y vivir sin el estrés que caracteriza a la temporada navideña. ¡Felicidades!

Para muchos de nosotros, que vemos la Navidad con ojos críticos y con otra filosofía, nos es muy sencillo apreciar la saturación que estas épocas traen al mundo.

Hay colores por todos lados, ruido, ataque masivo publicitario y por todos lados parecen estar muy interesados en que seamos felices tan sólo por ser temporada navideña.

Así que quizá uno de los mejores regalos que podemos hacer es el silencio.

No, no estoy en drogas y tampoco estoy en  mi fase chamánica. Es sólo que entiendo el poder del silencio como regalo, como don y creo que esta temporada es vital ejercerlo.

Esto es un concepto abstracto, así que paso a los ejemplos para que se comprenda mejor.

Cállate y escucha

Todos necesitamos ser escuchados y poner atención directa, mirando a los ojos, cuando alguien nos habla, es una de las mejores atenciones que podemos tener con alguien. Cuando estés charlando con un amigo, pareja o familiar; apaga el celular, no respondas Twitter ni Facebook y mira a sus ojos.

Este simple hecho de comunicación humana básica está en peligro de extinción. ¡Rescátalo!

Medita

En estas fechas la calle, restaurantes y tiendas son como el vómito de Santa Claus. Todo es rojo, ruidoso y compite por nuestra atención. Y no tengo qué decir lo mal que se pone el tráfico en las ciudades.

Si sientes que necesitas un respiro de todo esto, llega a casa, apaga todas las distracciones y regálate 10 minutos en silencio, literalmente mirando la pared.

Te aseguro que los nervios y el estrés se desvanecerán.

Escucha el silencio

Definitivamente no celebro Navidad. Sin embargo hay sólo una cosa que me gusta del 25 de diciembre y del 1 de enero: el silencio de esas mañanas.

Creo que no existe mejor día en el mundo para sentarse temprano, como a las 6 o 7 AM, a gozar una taza de café fresco ante la inmensa quietud.

Observa

Este es un ejercicio muy valioso.

En una tarde de sábado, antes de navidad, tómate un par de horas y ve en solitario a algún centro comercial cercano. Compra un helado y siéntate a observar a la gente. Mira su comportamiento, sus prisas y su estrés. Observa cómo la mercadotecnia y la publicidad actúan en ellos.

¿Quieres estar igual? ¿En verdad necesitas ser parte de la manada?

La respuesta a ambas preguntas es NO, estoy seguro.

No tiene nada de malo festejar estas fechas, pero creo que podemos dar mucho más de lo que nos pide la publicidad. Observar en silencio este ritmo de vida nos hace conscientes y nos ayuda a no entrar en el círculo vicioso del mercantilismo navideño.

 

Siguiente entrega: Qué regalar a una niña o a un niño en navidad

Para ver todos los artículos de la serie, clic aquí.