Luego de algún tiempo de practicar budismo y de ver las cosas como son, uno comienza a entender que la cultura popular hace todo lo posible por cultivar los apegos y mantenernos deprimidos o agresivos.

Existe un mercado de millones de dólares que explota los sentimientos y los festejos vacuos, y que están siempre ahí, recordándonos que sufrir es bueno y que permanecer apegados a lo que sea, nos vuelve felices.

A pesar de que esto vaya contra todo el sentido común e inteligencia humana.

Como ejemplo tenemos canciones que hablan y repiten hasta el cansancio frases como «te quiero tanto, tanto, tanto», que remarcan la soledad o la pérdida de una relación, que promueven el odio entre géneros y el alcoholismo (como mucha de la música popular mexicana).

Al entender el desapego y la impermanencia de las cosas, la música y la cultura popular ya no parecen tan atractivas como lo eran antes.

Y lo mismo sucede con la palabra. La sabiduría popular ya no parece tan acertada porque, de igual manera, podemos detectar cuando esta promueve valores negativos como el odio y la venganza.

Mi amigo lector, Luis García Robles (@25LGR en Twitter), compartió algunas frases y lugares comunes de la cultura popular. Son palabras que hemos escuchado mil veces antes, pero fue hasta ahora que, al leerlas juntas, pude analizarlas.

A continuación algunos comentarios. Necesito aclarar que son puntos de vista personales.

Quien no te busca, no te extraña y quien no te extraña, no te quiere.

Falso. Uno de los errores que cometemos con mucha frecuencia es el de agregar ideas y fantasías a las situaciones de la vida. Quien no te busca, no te busca y punto. No significa nada más que eso.

Nuestras decisiones y actos nos llevan por distintos senderos y no siempre podemos estar buscando a toda la gente que hemos conocido.

Muchos, yo incluido, no extrañamos a nadie. No extrañamos porque sabemos que nuestros amigos y familia están ahí y que son libres para moverse por el mundo. Podemos recordar con cariño a alguien, pero comprendemos que cada quién tiene su vida y que todos avanzamos por caminos diferentes.

Si la persona murió, la recordamos con cariño y honramos su vida, pero eso no significa que tenemos que debamos consagrar nuestra existencia al sufrimiento y a la pérdida.

Sólo dejamos ir, por más duro que sea.

La parte de «quien no te extraña, no te quiere» denota despecho y desafío, sentimientos que generan resentimiento y carga para la mente.

Nos brinda más calma vivir libre de esas emociones, lo más que se pueda.

El destino determina quién entra en tu vida pero tú decides quien se queda.

No. El concepto detrás de dioses y destino es la evasión de la responsabilidad y rechazo de la realidad. Es mucho más fácil pensar que el destino maneja nuestra vida, que encarar el resultado de nuestros actos.

Esto también aplica para las relaciones personales. Si alguien llega a tu vida y se desarrolla una relación, eso es todo lo que está pasando. Nada más que eso.

Si esta relación florece y se convierte en amistad o algo más, ¡felicidades!

Pero vivir y entender el desapego nos vuelve conscientes de que todo en la vida es impermanente, aun la amistad más poderosa. Y es la impermanencia lo que le da valor a la vida.

Si una persona decide tener una relación con nosotros, agradecemos con humildad. Si una persona decide cambiar de camino, agradecemos con humildad y seguimos adelante.

La verdad duele una sola vez y la mentira cada vez que la recuerdas.

Este es uno de los pensamientos más peligrosos. Nos pide a gritos que jamás olvidemos una ofensa (apego), que no perdonemos y abre la puerta para que la venganza sea una opción.

Tener estos venenos en la mente nos vuelven amargados y evitan que disfrutemos lo que tenemos aquí y ahora.

Cada quien es responsable de sus emociones y de sus actos. No es nuestro papel dar lecciones a nadie.

Si alguien nos miente de forma tan grande y la relación se destruye , lo único que hacemos es dar gracias por la enseñanza y separar nuestro camino del de la persona. Por más dolorosa que haya sido la experiencia. Eso es todo. No nos enganchamos ni buscamos venganza.

Hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás: las palabras, el tiempo y las oportunidades.

En la vida todo se va y todo muere. Limitar la impermanencia a tres conceptos, nos cierra el universo y pone la mente en un corral.

Si dejaste ir una oportunidad, fue la mejor decisión que pudiste tomar en tu vida.

Si te tomó mucho tiempo tomar una opción, fue el mejor tiempo jamás invertido.

Si alguien dijo cosas que afectaron tu realidad (bien o mal), fueron las mejores palabras nunca antes dichas.

El pasado es perfecto y gracias a él estamos hoy aquí. No hay más que eso.

Por eso, valora a quien te valora y no trates como prioridad a quien te trata como una opción.

Este argumento es el resultado de pensar con venganza, despecho y desafío. Sin importar la enseñanza o el reto que deja alguien en nuestra vida, es necesario ver a todas las personas como iguales.

Si alguien me trata bien, lo trato como prioridad. Si alguien me trata mal, lo trato como prioridad.

Cuando hacemos divisiones entre «nuestra» gente y «los demás», de inmediato creamos grupos y preferencias.  Etiquetamos a las personas y las convertimos en objetos desechables.

Para una mente serena y compasiva, todos somos iguales y todos son maestros.

Creo que yo reharía esta frase como: Valora.

¿Alguna vez has cuestionado la cultura popular? ¡Comparte lo que piensas en los comentarios!