Soy corredor desde hace varios años y el atentado en Boston del 15 de abril de 2013 me dejó muy, pero muy triste.

Un maratón es una fiesta donde se celebra la vida y el reto personal. Es una verbena en la que al cruzar la meta lo hacemos felices de haber derrotado a nuestros demonios internos.

El histórico Maratón de Boston se pintó de sangre porque alguna persona (o grupo de personas) llena de odio decidió que no hay demasiado horror en el universo.

No fue un ataque contra Estados Unidos o contra los corredores. Fue un ataque contra la humanidad.

Habiendo dicho eso, tengo que decir que abril de 2013 ha sido un mes terrible para el mundo.

En Irak murieron 42 personas y al menos 257 resultaron heridas. LINK

En Sudán 12 soldados de Naciones Unidas murieron en una emboscada por atacantes no identificados. LINK

En la frontera de Irán y Paquistán, un terremoto de 7.8 grados, destruyó la zona y mató a al menos 40 personas. LINK

En Perú murieron 33 personas en un lamentable accidente de autobús. LINK

Este año en México morirán al menos 70,000 personas por diabetes. LINK

Con toda esta batería de noticias terribles, ¿porqué las explosiones en el maratón son más tragedia que lo que pasa en el resto del mundo?

¿Porqué sentimos más la muerte de 3 personas, que las múltiples muertes que sucedieron ayer mismo en otras partes del mundo?

¿Porqué nuestra compasión es selectiva, en lugar de ser amplia y sentir a todos los seres vivos como uno solo?

En mi humilde punto de vista, la respuesta es la manipulación mediática.

Los medios de comunicación siguen reglas y ritmos establecidos por las cadenas noticiosas de Estados Unidos, y si pueden lucrar con una noticia, lo harán hasta el cansancio.

De pronto salen héroes locales a los que les están sacando todo el jugo posible. Los videos tomados por asistentes al maratón son reproducidos tantas veces como sea posible.

Los medios nos implantan en la mente por quién debemos sentir compasión.

Y al parecer, estamos felices de ser manejados.

Creo que la compasión no es un asunto de preferencias o de motivo comercial.

La compasión debe ser abierta, universal y todos debemos estar atentos a cuidar unos de otros. Una tragedia es una tragedia es una tragedia, no importa la nación o la cultura en la que suceda.

La compasión no puede y no debe ser selectiva. El corazón y la mente necesitan estar conscientes de que todos los seres vivos sufrimos y necesitamos ayuda mutua, de lo contrario el sistema se vuelve insostenible.

Lo que pasa en Siria nos afecta. Lo que pasó en el Maratón de Boston nos afecta. Las muertes en Sudán nos afectan.

Es cuestión de querer ver un poco más allá de lo que nos marca la televisión.

Aclaro que no soy insensible ante las explosiones de Boston. Todo lo contrario. Me afectó mucho. Pero también me entristece que, de pronto, olvidamos que el dolor es universal.

Así que mi corazón va con todos los seres vivos que sufren en este momento.

Los corredores seguiremos corriendo.

Sin parar.

Sin ser derrotados.

Porque somos uno solo.