Al enterarse de que existimos quienes llevan una vida minimalista y orientada a lo austero, muchos cierran su mente a la idea de que tener poco es posible y que además te puede llevar hacia la felicidad.

Para estos últimos la única forma de estar plenos es por medio de objetos y estímulos externos. La perpetua caza de lo último, lo más rápido, lo más grande y ruidoso, los ha convertido en esclavos zombies de un amo invisible que controla sus mentes y sus destinos.

De manera irremediable, esto lleva a la acumulación y a la saturación; que aparte de ser insostenible para el planeta y la humanidad, genera caos en la mente.

Este amo sin nombre y que es adorado por la multitud, se adueña de tu pensamiento, tiempo, espacio y te ciega. Así evita que pienses por tus propios medios y que disfrutes lo que es inherente al ser humano: el silencio.

Apreciar el silencio interno reditúa en una comprensión profunda de la vida y, de cierta forma, ayuda a desarrollar la inteligencia.

No es que poseer cosas y disfrutar, digamos un concierto, sea malo. ¡Todo lo contrario! Necesitamos de las cosas y de las experiencias sociales. Son nuestra manera de relacionarnos con el universo y de construir la cultura humana.

Pero existe una gran diferencia entre enriquecer la vida con ellos y vivir para ellos.

Ser minimalista trae consigo una cantidad enorme de beneficios. Esta pequeña lista refleja sólo algunos.

Tranquilidad

Cada vez que sale al mercado un nuevo gadget o consola de videojuegos, los noticieros reportan largas filas de personas que acampan por días afuera de las tiendas. Ser el primero en tener un objeto parecería ser su motivo de existir.

Lo mismo aplica para quienes son muy «inteligentes» y se arrebatan prendas o cajas de cereal en las baratas de los grandes almacenes.

Hay quienes están seguros de ahorrar mucho dinero por haber aprovechado una venta especial. ¿Acaso no hubieran ahorrado más de no haber gastado en cosas que no necesitaban?

En las imágenes en los medios puedes ver la tensión y el cansancio que los mismos compradores se procuran.

Cuando el furor y la novedad pasan, estas personas se quedan en sus manos con docenas de aparatos obsoletos que tienen que tirar a la basura. Porque además, al poco tiempo, salen nuevas versiones de lo mismo. Es lamentable que hayan hogares con pilas y pilas de basura: libros, revistas, juguetes, decoración, discos, iPods… ¡Nunca termina!

Es un ciclo infinito de estrés que atenta contra nuestra salud y el planeta.

Los minimalistas comprenden cómo funciona la trampa de la mercadotecnia y sólo hacen compras inteligentes, con la razón como arma. Sus casas están más vacías y con aire limpio para respirar.

Eso es tranquilidad.

Sentimiento revolucionario

Ser minimalista es ser revolucionario de corazón. Es tomar la bandera de la razón y luchar contra un sistema insostenible que se adueña de nuestras carteras y enjaula nuestras almas.

Practicar el minimalismo es desechar la mente de la colmena y buscar nuestra propia personalidad. Nos lleva a encontrar nuestra identidad y nuestra misión en la vida.

¡Viva la revolución!

Menos apegos

El budismo nos enseña que los apegos y las aversiones son la base del sufrimiento. Los no-minimalistas nos pueden hablar mucho del tema porque están apegados a comprar y a coleccionar relaciones o recuerdos.

Los minimalistas sabemos que todo es impermanente, que nada dura para siempre. Pensar así es liberador porque no nos aferramos a las cosas, personas, recuerdos o situaciones.

Esto nos hace apreciar los aspectos sencillos de la vida y estamos contentos con lo que somos y tenemos. Vivimos aquí y ahora.

Simple es mejor. Siempre.

Comprensión profunda de las cosas

Esto llega luego de algún tiempo de vivir como minimalista.

Al no tener tanto de qué preocuparse, la mente se libera para darnos una comprensión profunda de la vida.

Quizá el beneficio principal es que podemos ver más opciones ante los problemas. Nos sentimos menos acorralados cuando tenenemos que tomar decisiones.

También nos mantiene con la mente y el corazón abiertos para observar.

Simplemente observar.

Más tiempo para disfrutar la vida

Mantener muchas cosas, relaciones, planes y recuerdos; es extenuante.

Una colección de figuras de porcelana exige cuidados y limpieza. Demasiadas relaciones personales necesitan tiempo y compromiso. Estar apegados a demasiados recuerdos nos lleva a vivir en el pasado. Pasar nuestros días deseando resultados de los planes es estresante.

Cuando nos liberamos de todo ello, la vida se vuelve simple y deliciosa porque queda mucho tiempo libre para disfrutar lo que se tiene en el momento.

¡Por supuesto que tenemos metas y objetivos! La diferencia es que sabemos soltarlos cuando llega el momento, sin apego alguno.

En un mundo cada vez más competitivo y donde la economía está hecha pomada, ser minimalista tiene muchos beneficios.

Pero eso sólo se descubre cuando el minimalismo se pone en práctica.