La pregunta más difícil de responder es ¿por qué?

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué la maldad, el abuso, el odio, la división?

¿Por qué la confusión, el caos, el desorden, la desigualdad?

¿Por qué la violencia, el ejército, los policías y el terrorismo?

¿Por qué lo políticos, los medios masivos, la corrupción, la manipulación?

¿Por qué estoy aquí?

¿Por qué estamos aquí?

¿Por qué debo hacer esto, aquello?

¿Por qué obedecer, hacer, aprender, lograr?

¿Por qué meditar, actuar, mentir o hablar con la verdad?

¿Por qué hay que esforzarse, subir y vencer al oponente?

¿Por qué hay oponentes? ¿Por qué perdemos y dejamos que nos pisoteen?

Junta todos los por qués te tengas.

Siéntate con ellos. Juega con ellos en tu mente, como si fueran barajas.

Ahora déjalos ir. Suéltalos. No los necesitas.

¿Qué es lo que queda?

Sólo silencio.