Cuando digo que soy monje budista la gente se imagina que mi vida es toda calma, meditación y paz. De verdad me gustaría mucho que así fuera, pero la paradoja es que desde que inicié mi entrenamiento en budismo soto zen, nunca he tenido un año pacífico.

La Señora Impermanencia decide azotarme la cabeza contra la realidad muy duro y con frecuencia impecable. Siempre hay más que aprender, más que enseñar, más que aceptar y más silencio que escuchar.

Recuerdo con mucho humor ese día de diciembre de 2013 en el que dije que 2014 sería un año aburrido, monótono y que nada relevante sucedería.

Llegando enero de 2014 fui invitado a tomar un diplomado en literatura y creación literaria que pedía mi atención y compromiso total. Y ese era sólo el principio de la montaña rusa.

No haré una semblanza de lo sucedido en mi vida, no. Basta decir que 2014 termina con mi corazón lleno de gratitud y humildad por todas las personas que, sin ser merecedor de tanta bondad, me invitaron a su camino, me dieron más de lo que podía recibir, me enseñaron más de lo que imaginé y compartieron su pan y fortuna conmigo.

Sin todos ellos, sin ti, lector de Chocobuda, yo no soy nada.

Sin el infinito refugio del Buda, sin las implacables enseñanzas del Dharma y sin la hermandad de la Sangha, mi práctica no existiría.

Este año termina aceptando lo que hay y con el corazón lleno de bendiciones.

Pero para mi es tiempo de descansar y dedicar algunos días a la contemplación silenciosa del invierno.

¿Qué aventuras y retos habrá en 2015? Nadie lo sabe y en realidad no importa.

Lo único que sé es que continuaré publicando en Twitter el Reto de Gratitud, hasta completar los 30 días. Si necesitas algo, puedes contactarme en Twitter o escribiendo a elchocobuda ARROBA gmail.com

Gracias por unirte a mi cruzada por propagar la compasión, generosidad y gratitud. Hoy más que nunca estoy seguro que son la clave para lavar la violencia y locura socio-política que está devorando a la humanidad.

Gracias por leer, por escuchar y por tomar talleres conmigo.

Gracias por meditar, por poner atención al presente y por estar.

Felices fiestas. Feliz Silencio.

Hasta enero 2015.