Estos días he estado estudiando el poema zen Soanka o La ermita con techo de césped y comienza con una línea muy poderosa:

He construido una choza de césped donde no hay nada de valor.

La choza de pasto o césped es tu casa, mi casa. Mi cuerpo y el tuyo. Es el universo. ¿Porqué todos son una choza de césped? Porque el césped es débil, se pudre, se seca y regresa a ser parte de la vida.

Nuestros cuerpos estarán aquí tan sólo un fragmento de segundo del Calendario Cósmico. Son sólo un frasco hecho de un cristal muy débil. Si lo cuidamos mucho, el frasco durará muchos años. Si no lo cuidamos, el frasco se romperá fácilmente. Pero no importa cuánto empeño pongamos, el frasco se romperá y se integrará al flujo constante del universo.

La fortaleza más imponente construida por el hombre se derrumbará porque no podrá soportar el paso del tiempo.

Todo lo que tenemos, lo que somos y todo lo que amamos es impermanente.

El Buda decía que «Todo lo que llega debe irse. Acepta esto en paz y todo estará bien».

Cuando no entendemos que todo es transitorio, es fácil caer en la trampa del valor.

Damos valor a las cosas, nos abrazamos a él y pensamos que siempre será así.

Tal es el caso del oro, por ejemplo. Éste metal es simplemente un pedazo de planeta tierra. No es diferente al carbón o la piedra caliza. Hemos sido nosotros quienes hemos dado valor a esta roca y vamos cometiendo atrocidades por su obtención y control.

También damos valor a las personas, a las relaciones y a todos los objetos que nos rodean. Suena inocente, pero la realidad es que una vez que algo tiene valor para nosotros, comenzamos a construir dependencia y apego. Y en contraste; si a algo le damos valor negativo, hacemos hasta lo imposible para alejarnos de ese objeto.

El Patriarca Shitou Xiqian nos dice en la primera línea de su poema que: todo en la vida es transitorio y que no hay nada de valor en ella.

Entender esto nos libera de muchas cargas emocionales y nos lleva a la felicidad porque sabemos que este día terminará. Sabemos que ésta relación terminará. Sabemos que este helado de chocolate llegará a su fin.

Y justo por que las cosas acaban, hay que estar en paz con lo que hay y con la vida como es. Hoy vivimos, trabajamos amamos y ayudamos. Sólo hoy.

Nada es tan valioso como estar aquí, sin agregar nada y sin quitar nada. Éste es el verdadero valor agregado.