Dime qué comes y te diré quién eres, podría ser la frase más usada por las personas que se inclinan por una buena nutrición.
Siendo la cocina una de mis grandes pasiones, yo haría un corolario que diría: dime cómo condimentas tu comida y te diré quién eres.
La relación que tenemos con la comida es enorme. Todas nuestras actividades giran en torno a ella y siempre procuramos hacer una pausa para disfrutar de los alimentos. Existe quien agrega un poco de picante, salsa o pimienta, pero sabemos que podemos agregar un poco más de sabor en caso de ser necesario.
Así como la comida necesita especias para adquirir un mejor sabor, también la vida necesita curry y orégano.
La vida diara es como un plato de pollo cocido. Simplemente está ahí y te lo puedes comer. Cumple su propósito al ser nutritivo, da sentimiento de saciedad y listo. Pero la verdad es que un plato de verduras o carne cocidas no es atractivo y tampoco se va a antojar. Hay que agregarle más ingredientes e invertir tiempo para crear una cacerola que huela rico y sea un platillo sabroso.
Recientemente he notado que muchas personas sufren de vida insípida. No están inspirados, piensan que sus vidas son aburridas y que sólo se levantan para vivir un día más, sin motivación ni recompensa.
Esto es muy triste.
Pero si usas la analogía de las especias en la comida, ¿no es lógico pensar que la vida, por sí misma, necesita condimentos también? Así tus días son alegres y llenos de retos, por más tranquilo que sea tu estilo.
No necesitas ser Lara Croft o James Bond para tener sabor en la vida. Como ejemplo personal, mi vida no está llena de acción y peligro como en las películas. A cambio tengo retos intelectuales y creativos que llevan mi mente al límite.
Lo mejor es que estos aderezos para la vida son gratis. Sólo necesitamos ganas de salir adelante y ser creativos.
Algunas especias para la vida
Sal. Este es el condimento más básico. Es lo que menos cuesta trabajo conseguir y está ahí, gratis. La sal de la vida son las relaciones personales. Están ahí, ayudan a que todo tenga muy buen sabor. Claro que si usamos mucha sal, la vida tendrá un sabor difícil de pasar.
Pimienta. Junto con la sal, siempre podemos encontrar la pimienta. La pimienta es la pasión, lo que más nos gusta. Es un reto intelectual, es escribir un poema, es jugar futbol con los amigos, jugar un juego, contar un chiste, emocionarte con un deporte, es entrenar lo que te hace falta. El ser humano es un crisol de pasiones y todos tenemos al menos una.
Chile. Los sabores picantes son explosivos y siempre nos toman por sorpresa. El chile es la emoción de emprender un negocio, de comenzar un libro, de aprender una nueva receta, de la primera cita, el primer beso, aquella fiesta en la que la pasaste increíble. Sólo hay que tener mucho cuidado con este condimento. Un poco de vez en cuando está bien. Usar demasiado puede provocar malestar y enfermedad.
Orégano. Esta hierba de olor es la alegría del atrevimiento en la cocina. En la vida, el orégano es el leer un poco más esta noche, es quedarte una hora extra trabajando, escribir una página más, correr un poco más, permanecer una hora más tomados de la mano, desafiar a todos cuando tienes la razón (pero de manera amable).
Ajo y cebolla. Estos dos sabores son muy fuertes y casi siempre van juntos. Están ahí para dar un sabor del cual no se puede abusar o su olor impregnará nuestra piel, delatándonos. Ellos siempre están presentes cuando empujamos las cosas un poco más de lo normal, pero sin provocar un accidente. Son como acelerar un poco más en el auto, montar una vuelta más en la montaña rusa, coquetear, desvelarse jugando o leyendo. Son actividades que nos gustan por lo que dejan en nuestra vida, pero no queremos llevarlas al extremo.
Curry. En las culturas asiáticas esta especia es de uso común, pero para nosotros está asociada con lo exótico. Poner curry en nuestra vida es probar o hacer lo que nunca hemos podido. Es comenzar a escribir un libro, ver una película extranjera, entrar por primera vez al gimnasio, conocer a una persona nueva, besar de manera distinta sólo para ver qué se siente, aprender un nuevo idioma. Es estar abiertos a todo lo que es diferente a nosotros.
Canela. La calidez, un buen aroma y un ligero sabor picante, nos lo brinda la canela. Para usar canela en nuestro día, sólo basta con sonreír, escuchar a alguien, llamar a nuestros padres, reir, ser amables, compartir una foto de familia, saludar con sinceridad a nuestros compañeros, siempre tener tiempo para una pausa en el día, leer un libro, ver una película en casa junto a la familia, acariciar a nuestra mascota, recordar a los que ya se fueron. La canela siempre se lleva bien con el azúcar.
Azúcar. La dulzura es lo que adorna nuestras vidas. Es el postre que podemos ofrecer al mundo entero y que no cuesta nada más que un poco de cariño y tiempo. El azúcar de la vida es el amor que nos dan nuestras familias, amigos, la persona que nos saluda en la mañana. Es la risa, la gentileza, la humildad. Es una palmada en el hombro y es tender la mano a quien lo necesite.
Estas son tan sólo algunas analogías entre los condimentos y la vida. Un poco de cada uno hace que tu experiencia sea mucho más rica e interesante.
¿Cómo se relaciona esto con minimalismo? Que cada condimento de la vida cuesta muy poco o es gratis. No necesitas invertir mucho para comprender que la felicidad y el sabor están dentro de ti. Sólo se requiere un poco de creatividad y ganas de hacer las cosas.
Mi lista de condimentos para la vida no está completa. ¿Me ayudas a terminarla?
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Nota choco budista: Buscar el sabor, el significado de la vida, es una de las misiones más grandes del budismo. Para ello utiliza un conjunto de textos y enseñanzas que se llaman Dharma. Podríamos considerarlo el gabinete de las especias de la vida.