"El hecho es que nunca antes nos hemos conocido". En la camiseta: "Realidad".

A diferencia de lo que dicen mis amigos emos, quienes afirman que la vida sólo es sufrimiento, nosotros comprendemos que la vida incluye el sufrimiento.

Es parte de nosotros, es la manera en la que pedimos ayuda y es la forma en la que nos recordamos lo que no pudimos completar.

Siendo el sufrir una conducta humana tan real y tan presente en todos nosotros, es uno de los campos de estudio más grandes del budismo.

Claro que existen muchos factores y acciones que nos llevan a sufrir gratis, justo como nos gusta; pero hoy me enfocaré en el rechazo de la realidad y su cura, la Aceptación Radical.

Imagina que tu hijo está enfermo. Lo ideal sería responder a la situación lo más acertado posible, sin perder tiempo, ¿correcto? Pero cuando pasamos por una situación desagradable, de inmediato nuestra mente comienza a crear fantasías sobre cómo podría ser mejor todo esto, porqué no debió haber pasado, nos culpamos por el descuido y hasta rezamos a algún dios o ser mágico para que cambie los hechos. En suma, rechazamos la realidad.

Y es que en nuestra cultura el rechazo a las cosas desagradables es un mercado enorme.  Se nos educa para siempre buscar estar bien, darle la vuelta a lo desagradable y a sentir aversión por ello. Existen miles de productos y servicios para rechazar el envejecimiento, para rechazar la genética de nuestro cuerpo, para no aceptar que quizá no tienes buena situación económica.

Es como la clásica escena cuando el niño le pregunta a su madre «¿Me dolerá la inyección?», y la madre responde que no. Claro que va a doler. Quizá mucho, pero es necesaria.

Mi punto es que nuestro mundo está confeccionado para evitar la realidad de lo adverso en todas sus formas y no se nos educa para tomar la rienda ante los problemas. Y eso pasa no sólo en la mercadotecnia, sino en nuestra propia mente.

De regreso al ejemplo del hijo enfermo; cuando rechazamos la realidad de que nuestro hijo está enfermo y generamos fantasías y respuestas a los hechos como son, nuestra mente se llena de conflictos y es menos capaz de dar la atención necesaria al hijo. Nuestra atención se divide entre el conflicto interno y resolver el problema.

Rechazamos la realidad a tal grado que perdemos la frialdad y la objetividad para reaccionar de forma óptima.

Esto se aplica a todo en tu vida. Cuando se poncha una llanta, cuando repruebas un examen, cuando subes de peso, cuando te diagnostican alguna enfermedad, cuando no tienes los medios para comprar lo que deseas.

Ante estos ejemplos comunes, la mente siempre crea una reacción adversa y genera incomodidad y aversión, haciendo nuestros días miserables.

En cambio, si tenemos una relación simple y sin prejuicios ante un problema, estaremos más aptos para resolverlo y seguir adelante.

Una llanta ponchada es una llanta ponchada, es una llanta ponchada. Nada más. El universo no está conspirando contra ti. La vida no está siendo injusta, ni el destino te está jugando la peor de sus bromas. Una llanta ponchada es sólo eso. Y en lugar de perder tiempo y energía en lamentar la situación, mejor hay que resolverla de la manera más simple y eficaz.

El entender que las cosas son como son, sin velos ni prejuicios y tener una relación simple ante la adversidad, se llama Aceptación Radical.

Llegar al punto de la Aceptación Radical lleva algo de tiempo y es posible hacerlo con un poco de esfuerzo en ver la vida como es, sin prejuicios.

Cuando aceptamos las cosas de manera simple, los problemas cambian su naturaleza a algo mucho más simple.

Para cerrar, ilustro con un ejemplo más.

Forma incorrecta de ver la vida: El tráfico está horrible. Voy a llegar tarde. Pero la culpa la tiene el gobierno por comenzar obras públicas en horas de trabajo. Ya no voy a votar por ellos. Como el tonto de mi tío Crisantemo, que le encanta la jícama. Odio las jícamas. A menos que tengan limón. Y el limón es agrio como mi jefe. Maldito.

Forma correcta de ver la vida: Hay tráfico.

Nota choco budista: El tener una relación simple con los problemas y el sufrimiento, es comprender las tres primeras Nobles Verdades. Existe el sufrimiento. El sufrimiento tiene una causa. El sufrimiento siempre termina.