Desde que tengo memoria he evitado pensarme como alguien espiritual, debido a toda esta niebla mágica que la sociedad le ha puesto encima al concepto. Siendo yo escéptico de todo lo imaginario y las filosofías basadas en pseudociencia, me he resistido a entrar en este estereotipo.
Por lo regular se piensa en la espiritualidad como un factor que nos conecta con la divinidad, nos hace creer en magia, brujería, pirámides, runas, adivinación, ángeles y demás entidades fantásticas.
Y por desgracia toda esta basura new age ha tocado al budismo y a la meditación, de tal forma que hay quien asegura que el Buda es una especie de ser mágico o dios que cuida a su fiel rebaño.
Sería fácil pensar que ser espiritual es creer en todo lo new age y lo imaginario.
Pero no. Espirtualidad es algo totalmente distinto.
La espiritualidad es la búsqueda constante e interminable para encontrar el camino interno que nos lleve a la esencia de nuestro ser, al encuentro de los valores que le dan sentido a la vida.
Procurar ser espiritual es identificar nuestros fantasmas y demonios, el cimiento de nuestro ego; para entonces comenzar a desmantelarlo día a día por medio del entrenamiento y la práctica.
Ser espiritual significa hallar la conexión nata con el universo y comprender nuestro lugar en él. Así podemos observar nuestra insignificancia, pero a la vez experimentamos la grandeza de estar vivos aquí y ahora.
Se es espiritual con actos de bondad y teniendo compasión por todos los seres vivos en el universo.
Y todo esto se logra con una sola herramienta: el poder puro y crudo de la mente humana.
Poniendo estas ideas sobre la mesa… ¿eres espiritual?
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