En ocasiones se ve la desesperanza en tus ojos. Ya no soportas el trabajo, a tu jefe y el tráfico de la ciudad te tiene perpetuamente enfermo.
Trabajas para tener dinero y comprar lo que sea que te haga feliz, aunque sea por un instante. Satisfaces tus deseos y tus pasiones, te rodeas de mucha gente, pasas horas inmerso en redes sociales; pero la realidad es que sigues estando solo.
Odias los lunes porque te recuerdan que eres un tornillo más en la maquinaria inhumana que mueve a la civilización.
Tratas de distraer tu atención con la televisión y con el cine. No pensar es lo mejor para no enfrentar el hecho de que el vacío dentro de ti se hace más grande con el paso de los días.
Comprar una casa, un auto, muchos seguros y tener inversiones. ¡La presión es grande! No eres un triunfador hasta que tu ego se monte en el auto más ostentoso posible.
Odias que el universo no funcione como quieres y todo parece confabularse en tu contra. Los autos, las reacciones de los demás, el gobierno. ¡Nada cubre tus expectativas!
Muchas veces has llorado porque el amor que imaginas no ha llegado y pasas horas atrapado en «los mejores años de tu vida», sin darte cuenta que son arena que se fue entre tus dedos.
¿Cuántas noches no has deseado ese abrazo que no llegará?
¿Cuántas veces no has culpado a alguien por tu corazón roto, cuando el primer responsable eres tú mismo?
Te desesperas, gritas, mientras tu rostro refleja infelicidad.
Y buscas por todos lados lo que te haga sentir bien. Buscas en las tiendas, en los viajes, en tus adicciones, en la fiesta y en las redes sociales.
¿Dónde está? ¿Qué es lo que buscas?
Pero lo que buscas ya lo tienes. Está dentro de ti.
Es el silencio. Es el tiempo a solas contigo mismo, sentado mientras pones atención a tu respiración.
Es el poder ver cómo pasan los pensamientos flotando en el cielo azul que es tu mente; sabiendo que de nada sirve aferrarte a las cosas.
Es el levantarte temprano y ver en silencio cómo el sol pinta de naranja a la ciudad y sentirte agradecido por tener una oportunidad más para ayudar a los demás.
Lo que buscas eres tú, que está enterrado entre cajas de productos y pretensión.
No busques lo que ya tienes.
Sólo siéntate en silencio a descubrirlo.