Las fiestas de diciembre son un tiempo maravilloso para relajarse, dejar que el invierno llegue y de celebrar la vida. Nos da la oportunidad de revisar todo lo que hicimos en el año y pensar en lo que queremos lograr para el siguiente.
Idear nuestros propósitos de año nuevo es muy divertido porque imaginamos el futuro con algún nuevo hábito o mejorando uno que no sea tan afortunado. Hacemos listas y nos preparamos con mucha ilusión.
Suenan las 12 campanadas con las que nuestra felicidad estalla en abrazos y buenos deseos. Llega el 1 de enero y estamos listos para mejorar la vida.
Pero pasan las semanas, regresamos a la rutina y un mes después los propósitos quedaron encerrados en el recuerdo. Continuamos la vida con los mismos vicios, malos hábitos y deseando que las cosas sean distintas.
Desgraciadamente, ésto no le pasa sólo ti o a tus amigos. Nos pasa a todos. Y hay razones científicas que explican este fenómeno:
1. El cerebro humano no puede procesar los propósitos
El problema con generar propósitos es que son sinónimo de una fantasía. En la mente generamos esta imagen de que la vida cambiará mágicamente sólo con desearlo (lo siento, amigos de The Secret). Lo que el cerebro necesita en realidad es pensar en acciones cortas que nos lleven hacia el resultado final. Es decir, el objetivo final es importante, pero si primero no generamos la ruta a seguir, perderemos el enfoque en cuestión de días.
De acuerdo con el Prof. Baba Shiv, de la Universidad de Stanford, se necesita practicar fuerza de voluntad. Ésta se procesa en la corteza prefrontal del cerebro, el área detrás de nuestra frente. Para que el cerebro pueda calcular lo necesario para los propósitos de año nuevo, se necesita una fuerza de voluntad enorme, buena memoria a corto plazo y una buena capacidad para resolver problemas abstractos.
Al dividir un propósito en acciones pequeñas y al definir el camino a seguir, el cerebro tendrá menos qué procesar, menos material para fantasías y te será más fácil lograr lo que necesites hacer.
2. El cerebro disfruta los hábitos, no la fantasía de los propósitos
Todos tenemos la magnífica capacidad de imaginar y de soñar. Unos pensamos en un mundo mejor, otros pensamos en ganar la lotería, otros en que podrán dejar de fumar.
Imaginar la vida en mejores condiciones es parte de nuestra naturaleza y es lo que enciende la chispa del cambio. El problema es que queremos vivir de estas fantasías sin saber que lo que en verdad motiva una vida mejor, es el cultivo de hábitos.
Si nuestro propósito de año nuevo es convertirnos en corredores, fallaremos a menos de que comencemos por levantarnos temprano diariamente y calzarnos los Nikes.Los hábitos nos definen y aunque tengamos la fantasía de que somos seres únicos y sorprendentes, la verdad es que somos animales rutinarios y disfrutamos tener hábitos.
Definimos hábitos como acciones rutinarias de ejecución automática que no cambian con el tiempo. El cerebro se siente muy bien con ellos porque quitan trabajo a la mente para que se pueda enfocar en lo que realmente importa.
Pensar en 100 propósitos de año nuevo es una tarea fallida, a menos que pienses en el hábito que te lleve a ellos.
3. La soledad no funciona y no le gusta a la mente
Creer que tu propósito de año nuevo es sólo tuyo y que a nadie le importa, es un grave error. Te sorprendería saber la cantidad de personas que quieren lograr lo mismo.
Otro grave inconveniente de los propósitos es que asumimos que somos la única persona en el planeta. Damos por hecho que todo lo haremos solos.
Esto es real en el sentido de que nadie más podrá tener disciplina o fuerza de voluntad por nosotros. Pero nos referimos a que si buscamos un grupo de apoyo, será más fácil comprometernos.
¿Quieres convertirte en corredor? Busca un grupo de corredores en tu comunidad o en Facebook. Únete a ellos y participa en sus eventos y reuniones.
¿Quieres aprender a alimentarte mejor? Existen cientos de grupos a los que puedes acudir, en línea o en vivo.
La idea es entender que nuestro cerebro no es el de una iguana, que puede pasar su vida en solitario. Tenemos un cerebro de primate que evolucionó para que todo lo hagamos por y para el grupo social.
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Por supuesto hay una gran cantidad de estudios científicos sobre los propósitos y sobre los hábitos. Aquí sólo expuse algunos que son de suma importancia para entender porqué fallamos año con año.
¿Qué propósito de año nuevo has cumplido? ¡Cuéntanos en los comentarios!
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