En el Budismo Soto Zen apreciamos la práctica gradual y la disciplina que nos lleva a comprender la naturaleza de las cosas. Entendemos que no hay nada inmediato o espontáneo en la vida, sino que todo depende de una cadena de factores tan equilibrada y perfecta, que es muy fácil perderla de vista. La Ley de Causa y Efecto gobierna el Todo Lo Que Es.
Nuestra práctica de zazen es posible porque existe un universo. Tus alimentos, tus lágrimas y sonrisas, tu auto, tu casa, todo aquello por lo que te quejas y sufres; todo es parte de lo mismo, de Todo Lo Que Es. Todo es la Vía del Buda. Es lo que es. En el momento en que te obsesionas por logras algo, solo traes sufrimiento para ti y los seres que te rodean.
Al perseguir tus metas y éxitos de manera compulsiva, estás creando una gran barrera que te separa a ti del resto del cosmos.
¿Cómo comprender esto? Muchas personas critican la práctica Zen porque piensan que negamos el progreso y que nos quedamos sentados esperando la muerte. ¡Nada más falso! Trabajar incansablemente para mejorar las condiciones de vida propias y para los demás seres que nos rodean, es la base de la práctica Zen. Es solo que no vamos por el mundo como locos obsesivos.
¿Tener éxito? ¿Acumular títulos? ¿Comprar más cosas? Todo ello es irrelevante.
Despertamos a nuestra naturaleza de Budas y abrazamos la budeidad de todo lo que nos rodea. No llevamos prisa y navegamos hacia donde las aguas del Samsara nos lleven.
Master Dogen nos die en Genjokoan:
Estudiar budismo es estudiarse uno mismo.
Estudiarse a uno mismo es olvidarse de uno mismo.
Olvidarse de uno mismo es la Iluminación de diez mil dharmas.
Cuando en verdad abrazas tu verdadero ser, te has olvidado del ser. ¿Cómo es esto? Porque entendemos que la personalidad, las opiniones, las angustias y los miedos; todo ello es creado por uno mismo. Es en nuestra práctica de Shikantaza que soltamos las opiniones y la personalidad para que el Dharma del Buda salga a la luz desde dentro de nosotros.
Encontramos al Buda pelando patatas. Somos el Buda en la cama de hospital. Somos Dharma cuando guardamos silencio y contemplamos la vida. Somos el Buda cuando convertimos nuestra vida en Compasión.
Dogen Zenji nos recuerda:
Iluminarse por diez mil dharmas
es liberarse del cuerpo y mente propios y de los de otros.
No queda resto alguno de Iliuminación,
pero esta Iluminación silente continúa por siempre.
Cuando encontramos nuestra verdadera naturaleza y ponemos atención, la palabra YO deja de existir. Te unes con el flujo de la vida. El Buddhadharma queda claro de manera contundente para uno, y al mismo tiempo desaparece todo rastro de nuestra obsesión por lograr cosas.
Siendo comunes y ordinarios, cuando hemos olvidado todo, es cuando la paz y ecuanimidad se manifiestan.