A lo largo de la historia de Asia, el budismo formó parte importante de la cultura y educación de políticos y gobernantes. Shakyamuni Buda constantemente hablaba con ricos y gobernantes, enseñandoles el dharma. Algunos de ellos formaron parte del primer grupo de monjes budistas bajo el manto del mismo Shakya-sama.

En la antigua China los emperadores hacían que monjes de varias religiones se integraran al consejo gubernamental, pues tenían que tomar en cuenta todas las filosofías de la sociedad. El budismo estaba presente en los gobiernos, muchas veces tan sólo para pedir protección oficial para los templos.

Así fue por siglos, hasta que la escuela Caodong (Soto, en japonés) apareció.

En el libro Hokyo-ki (escrito entre los años 1223 y 1227), en el que Dogen Zenji plasma sus recuerdos de las enseñanzas de su maestro Rujing, encontramos el siguiente diálogo:

Yo [Dogen] pregunté: —Cuando nosotros estudiantes practicamos la Vía, ¿cómo se debe cultivar la mente en la vorágine de la vida cotidiana; mientras caminamos, nos sentamos, nos ponemos de pie o nos acostamos?”

Riujing dijo: —Cuando Bodhidharma llegó de India, el cuerpo del buddhadharma entró a China. Aquí hay algunas cosas a las que debes poner atención cuando estudias el dharma: [come alimentos saludables, sé moderado en todo, viaja poco, no entres en discusiones, sé meticuloso con tu higiene personal]… y no te hagas amigo de reyes o políticos.

Para Master Riujin estas personas eran peligrosas debido a su hambre de poder, avaricia y eterna búsqueda por el control. Entendía que eran seductoras y que tendían a corromper a los demás por medio de riqueza, promesas y favores. Para un estudiante del dharma, esto es veneno puro.

Esa última regla definió la postura del Budismo Zen japonés y su relación con los políticos, autoridades y gobernantes en general hasta el día de hoy.

Dogen pudo entender que los políticos y gobernantes son un mal necesario. Son personajes potencialmente peligrosos con quienes hay que convivir de manera amable, pero guardando la mayor distancia posible.

 

La postura Zen contemporánea

Luego de la Segunda Guerra Mundial, el Zen japonés comenzó a tomar una postura activa en la vida democrática, sin detener la crítica tradicional hacia los políticos y sin acercarse demasiado a ellos. Por supuesto esto no ha sido una regla general. También ha habido maestros como el controversial Sasaki Roshi, quien fué muy activo en la política japonesa.

Sin embargo, los monjes, siendo ciudadanos también, comenzaron a acudir a votar y a participar en campañas activistas pacíficas.

Partiendo del hecho de que no hay político limpio ni honesto, de que quien sea electo siempre es mal gobernante; la directiva era y es votar por el político que más útil sea a la vida.

Más allá de partidos políticos o banderas, de opiniones e intereses personales; dejando de lado escándalos de corrupción o rumores; en la práctica Zen votamos por quien aporte más a la vida en su totalidad. También no votar es una postura común y útil en la óptica del Budismo Zen.

Entendemos que aún los políticos y criminales son seres que aunque causen daño, la humanidad sigue adelante y el progreso llega. Aún a pesar de los políticos mismos, porque para aferrarse al poder y robar recursos del pueblo, necesitan construir infraestructura, alimentar, educar y hacer lo mínimo indispensable para que la población siga adelante.

Gane quien gane, al final de cuentas la vida aprende y se mejora a sí misma. Es normal no ver esto porque pensamos a corto plazo y de forma personal, no como especie completa. No vemos lo que tenemos porque nos abrazamos a la ira de la conversación y al miedo que propagan los medios de difusión. Pero si te detienes a pensar un poco, estás leyendo estas líneas gracias a la infraestructura nacional que los políticos pusieron en tu país. Estás leyendo estos signos gracias a un sistema de educación establecido por políticos y al que tuviste acceso.

De ninguna manera estoy diciendo que tengamos que rendirnos y sucumbir a la corrupción y al odio. Hay que hacer lo posible porque las próximas generaciones de políticos sean personas más humanas y compasivas. Hay mucho trabajo por delante y en la práctica Zen no nos detenemos. Aprendemos, educamos a los demás y nos movemos un paso a la vez para que la vida siga adelante.

Es solo que el Budismo Zen nos pone justo en medio de la política, la retórica, el miedo y nuestras propias opiniones. Sabemos que esta es la naturaleza humana, miramos lo que hay y lo agradecemos, estamos en paz con ello, pero al mismo tiempo continuamos por la Vía del Bodhisattva.

Al final de cuentas una civilización no la construyen los gobernantes. Somos los pequeños e insignificantes los que hacemos que la vida siga funcionando, un acto de compasión y generosidad a la vez.