Para el Budismo Zen no hay una práctica más perfecta y pura que el Zazen. Nos sentamos en meditación con espalda recta, piernas cruzadas, ojos entreabiertos; para simplemente dejar que la vida sea lo que necesita ser. Observamos cómo los pensamientos, deseos y aversiones surgen; cómo quieren tomar el control; y los dejamos ir.
Sin embargo el ser humano, y aún más los occidentales, estamos secuestrados por el terrorista más grande; nuestro propio ego.
Para vencerlo se requiere determinación y disciplina. Practicamos Zazen sin preguntar, sin negociar y sin cuestionar; porque sabemos que no hay otra manera de vivir el Buddhadharma más que en la amplitud cósmica del zafu. Eso es Shikantaza.
En Shikantaza contemplamos la vida, nuestros pensamientos, detenemos las urgencias y todas las búsquedas. Llegamos a la inmovilidad de cuerpo y mente, unidos con el flujo del universo.
En este segundo episodio damos una introducción breve a la filosofía detrás de Shikantaza.