Siempre que comenzamos un nuevo año me gusta lanzar un mensaje incómodo que rete lo convencional. Todo mundo se desea un feliz año nuevo, lo cual es lindo, pero demasiado común como para tomarlo en serio.
Por eso en varias ocasiones he lanzado una anti-felicitación de año nuevo, en la que deseo que la vida se ponga realmente ruda. Que haya dificultades, carencia y enfermedad para ser creativos y obligarnos a salir adelante. Claro que eso no me vuelve popular, pero las personas que entienden el mensaje me han reportado que les ha funcionado para poner atención a un pequeño detalle: la práctica Zen implica la aceptación radical de la vida como es. No tratamos de cambiar el estatus quo de las cosas. Solo aceptamos lo que hay y salimos adelante con ecuanimidad y calma.
Este año quiero desear algo distinto. Hemos pasado por el miedo colectivo y los estúpidos cierres del mundo por la pandemia. Es hora de despertar y salir adelante. Es hora de atrevernos a dejar de lado la comodidad para retarnos y crecer.
Si tienes algo que has estado postergando y quieres hacerlo, te deseo la valentía y fortaleza para que vayas en contra de todo y lo logres. ¿Quieres correr un maratón? Comienza ya. ¿Quieres mejorar tu salud? Nada te detiene, solo da el primer paso. ¿Quieres aprender una nueva habilidad? No necesitas cosas caras más que la iniciativa y solo iniciar.
Te lanzo el reto personal de que hagas que 2022 sea el año en el que creciste y te hiciste una mejor persona. Si quieres tener un método para lograr un cambio de hábitos, te sugiero el taller que estamos por iniciar.
Y sí, también deseo un feliz año nuevo. Pero solo será feliz si tu compasión y fuerza ayudan a los demás.