En el budismo del mundo existe una figura llamada mérito o punya, en sánscrito. Es un concepto difícil de traducir porque no existe nada en el mundo occidental con el que lo podamos comparar.
Mérito es una fuerza espiritual que se genera por la cantidad de acciones benevolentes que ejecutamos. Si la vida la dedicamos a la práctica de los Preceptos Budistas y tomamos una postura activa hacia el beneficio de los demás, creamos mérito. Entre más mérito creamos, más seres vivos resultan ayudados y la felicidad llena el corazón del practicante.
Crear méritos requiere atención plena, guía del maestro y entrenamiento porque es muy fácil caer en las trampas del ego. En cualquier descuido, se puede caer en la adicción a acumular méritos, porque ayudar a otros se siente bien y eso hace que perdamos el enfoque de nuestra vida en el Buddhadharma.
Cuando el ego abraza la idea de solo sentirse bien, la compasión budista deja de funcionar y solo es un show de ego más.
Así que la práctica Zen genera estos méritos todo el tiempo porque nuestro compromiso es hacia los demás. Pero nuestro deseo diario es que no sirvan al ego, sino a todos los seres vivos.
Por esta razón en nuestra ceremonia diaria, al final del Sutra del Corazón, lo cerramos con estos versos:
Que estos méritos se extiendan por todo el universo para todos los seres vivos, y que lleguemos a la iluminación juntos.
Todos los budas a través del tiempo y espacio, todos los bodhisattvas, mahasattvas.
Maha Prajnaparamita.
Es decir, estamos conscientes de que nuestra práctica tiene un impacto benéfico en la vida, pero renunciamos al beneficio personal. Nuestros esfuerzos deben siempre ser de utilidad para los demás seres vivos que nos rodean.
Cuando pensamos en los demás antes que en el beneficio propio, suceden cosas maravillosas en nuestra experiencia. De pronto lo que hacemos se vuelve importante, trascendente y útil. El corazón y la consciencia se abren a la realidad de las Cuatro Nobles Verdades y nos hacen ver que tenemos mucho por lo cual vivir y estar en paz.
Esto nos da dirección y propósito. Nos da responsabilidad para cuidar del cuerpo-mente. Nos da fuerza para seguir adelante creando méritos porque nos da la confianza de que tenemos un lugar en el universo.
La próxima vez que te sientes en Zazen, dedica tu sesión y méritos a la liberación de los seres vivos. Quizá sea la pieza que faltaba en tu práctica para alcanzar la paz interna.