Cuando pensamos en enfermedad es muy fácil asumir que a las personas no nos gusta experimentarla. Sin embargo, parece que hacemos justo lo opuesto. Nos intoxicamos con alcohol, sabiendo que eso nos hará sentir enfermos a la mañana siguiente. Comemos lo que sabemos que nos produce enfermedad como inflamación, colitis, gastritis o incluso diabetes.
Tenemos una relación muy compleja con la enfermedad. No la tratamos con el respeto y admiración que merece. Jugamos ruleta rusa todos los días y cuando nos enfermamos, como es de esperar, nos quejamos y le preguntamos a Dios “¿Por qué a mí?”, sin aceptar nuestra responsabilidad.
A veces, claro, la enfermedad tiene causas que no controlamos, como los genes. Pero aún así no hacemos lo necesario para entenderla.
Aunque huimos de ella, con nuestro ego la atraemos una y otra vez.
La existencia de la enfermedad es una realidad inevitable en la vida. Es una de las manifestaciones más puras de la Ley de Impermanencia. Al aceptar esto, podemos aprender a vivir en armonía con la naturaleza cambiante de la vida y a cultivar una actitud de humildad y gratitud hacia la enfermedad.
En varios sutras encontramos al Buda hablando sobre lo efímera que es la salud, cómo casi siempre está en nuestras manos no enfermarnos y de cómo es posible no sufrir la enfermedad. En el Nakulapita Sutta, Shakyamuni nos dice:
Así es. El cuerpo está afligido, débil y cargado. Porque ¿quién, cuidando de este cuerpo, reclamaría incluso un momento de verdadera salud, excepto por pura tontería? Así que debes entrenarte: ‘Aunque yo pueda estar afligido en cuerpo, mi mente no estará afligida’. Así es como debes entrenarte».
El Buda sabe que la vida es dinámica. Salud y enfermedad son una sola cosa, pero una mente en calma puede estar libre de sufrimiento.
¿Qué es la enfermedad según el Budismo Zen?
La enfermedad es una experiencia humana común que a menudo nos deja sintiéndonos vulnerables, impotentes y preocupados por nuestra salud. La vemos como recordatorio de la naturaleza impermanente de la vida y un llamado a explorar la naturaleza de dukkha.
Al mismo tiempo, entendemos la enfermedad como una oportunidad para cuestionar nuestros esfuerzos en la vía del Bodhisattva.
Un Bodhisattva es un ser que deja de lado su beneficio personal para trabajar por todos los seres vivos. Y entiende que para que eso sea posible, el primer ser vivo que necesita cuidado, atención y compasión es si mismo. Al seguir los pasos del Buda, aceptamos cuidar y nutrir de manera correcta el cuerpo-mente que tenemos.
El origen de la enfermedad
En la práctica Zen creemos que la enfermedad tiene dos orígenes.
El primero y más común los Tres Venenos de la Mente; la ignorancia, la avidez y el apego. La ignorancia nos hace desconocer la verdadera naturaleza de las cosas y de nosotros mismos, lo que nos lleva a aferrarnos a las cosas de forma inapropiada. La avidez y el apego, a su vez, nos hacen buscar la felicidad en cosas externas y materiales, lo que puede llevar a una vida desequilibrada y a una mala salud.
Una mente dominada por los Venenos es una mente propensa a los excesos y la obsesión.
El segundo origen de la enfermedad está relacionado con karma-vipaka y el origen dependiente de las cosas. El karma es la idea de que nuestras acciones tienen consecuencias y que estas consecuencias pueden manifestarse en esta vida o en vidas futuras. El origen dependiente de las cosas se refiere a la idea de que todo en el universo está interconectado y que todo lo que hacemos y experimentamos tiene un efecto en los demás.
Hay enfermedades que son no son resultado de nuestros actos, sino de un sistema complejo e interconectado en donde solo sucede. Aquí caben las situaciones hereditarias o epidemiológicas. Y no hay más que hacer lo posible para regresar a la salud o aprender a vivir con ello.
¿Cómo ayuda la práctica Zen?
Cuando Zazen es parte de nuestra vida, todos los retos se vuelven menos terribles. Es completamente posible no sufrir la enfermedad porque la mente es libre de la atadura al cuerpo.
La práctica del budismo zen nos ayuda a comprender la enfermedad y a sanar. En primer lugar, nos ayuda a cultivar una actitud de aceptación y compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás.
La enfermedad es una oportunidad de crecimiento espiritual cuando soltamos todo en Zazen.
En segundo lugar, nos enseña a tomar responsabilidad por nuestras propias acciones y a trabajar en nuestra propia salud y bienestar.
En tercer lugar, nos ayuda a entender que nuestra salud está influenciada por nuestro estilo de vida y que, por lo tanto, podemos tomar medidas para mejorar nuestra salud a través de la dieta, el ejercicio y la meditación.
Conclusión
El Soto Zen nos ofrece una perspectiva única y compasiva sobre la enfermedad. Nos enseña a aceptar la realidad de la impermanencia de la vida y a cultivar una actitud de humildad y gratitud hacia nosotros mismos y hacia los demás. Nos ayuda a entender que nuestra salud está influenciada por nuestras acciones y nos anima a tomar medidas para mejorar nuestra salud y bienestar.
En última instancia, Shikantaza nos ayuda a encontrar la paz y la armonía en medio de la adversidad y el sufrimiento.