Aunque sabemos que es una locura y la mejor receta para sufrir, no sabemos cómo detener las críticas y las comparaciones haca nosotros mismos. El ambiente social y económico que hemos creado vive de que estemos presionados y estresados todo el tiempo.
Pero eso es muy cansado y necesitamos una puerta de escape a todo esto que nos hacemos. La práctica Zen sin duda provee medicina para esta enfermedad, aunque no nos da una píldora mágica. Nos da un esquema y lineamientos para vivir de forma más pacífica y digna, pero requiere disciplina y la presencia de un maestro.
El Budismo Zen nos invita a practicar la compasión y el amor hacia nosotros mismos, así como hacia los demás. En Buda nos enseña:
«Si te encuentras a ti mismo herido o afligido, compadécete a ti mismo en lugar de culparte o enojarte contigo mismo».
Para Shakyamuni, la compasión (Karuna, en sánscrito) no es una conducta nihilista, sino un llamado a la acción. Si está en nuestras manos ayudar a que un ser salga del sufrimiento, lo hacemos. Y tú eres un ser vivo tan digno como cualquiera para ser ayudado. A veces esa ayuda debe nacer dentro de ti.
La práctica de la compasión nos ayuda a aceptarnos a nosotros mismos tal como somos, sin juicios ni críticas, lo que nos permite vivir una vida más plena y feliz. La compasión también nos ayuda a conectarnos con los demás, a ser más empáticos y a entender mejor sus necesidades y emociones.
Desde el Zen
En el Budismo Zen, la compasión está estrechamente relacionada con la vacuidad, que se refiere a la idea de que todas las cosas son impermanentes y están interconectadas. Dogen Zenji decía, basado en el Sutra del Corazón que:
«Vacuidad es forma, forma es vacuidad».
En otras palabras, todo está vacío de una existencia independiente (Anatta, en pali), y todo está interconectado y en constante cambio. Tu corazón, tu mente y todo tu ser son cambio.
Esta comprensión de la vacuidad nos ayuda a practicar la compasión de manera más profunda, ya que nos hace darnos cuenta de que no somos seres separados, sino que estamos todos interconectados y afectados por las acciones y emociones de los demás. Shakyamuni Buda también decía:
«Así como una madre protege a su único hijo con su propia vida, uno debe cultivar un corazón inmenso con todas las criaturas».
Aunque la palabra “auto” es una falacia para el Budismo Zen, sé que para la mente occidental es necesaria. Por eso practicar autocompasión es importante para conservar la cordura y la salud mental. Es una habilidad que puede ayudarnos a mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.
Cinco acciones budistas para comenzar a ser compasivos
Entonces, ¿cómo podemos cultivar la autocompasión en nuestras vidas? Aquí hay algunas sugerencias:
- Practica la meditación: la meditación y la atención plena son prácticas poderosas que pueden ayudarnos a cultivar la conciencia plena y, al disminuir el discurso del ego, abrir la puerta a la compasión con todos los seres.
- Observa tus pensamientos: Tomate un momento para observar el flujo de pensamientos y emociones sin juzgarlos ni reaccionar automáticamente. Al principio es muy difícil, pero con la práctica será posible.
- Habla contigo mismo con amabilidad: Todo lo que te dices y cómo te lo dices, importa. En lugar de ser crítico y duro contigo mismo, háblate con amabilidad y cariño. Trátate como tratarías a un amigo cercano.
- Acepta los errores: Todos cometemos errores y enfrentamos dificultades. Aprende a ver tu pasado a través de la palabra GRACIAS y trata de verlo como oportunidad para aprender y crecer.
- Estudia las palabras del Buda: El budismo es una filosofía práctica sobre compasión. ¡Está por todos lados! El Buda siempre tendrá las palabras adecuadas para ayudarte a seguir adelante sin sufrir tu existencia.
En resumen, la autocompasión es una habilidad importante que puede mejorar nuestra salud mental y emocional, así como nuestras relaciones con los demás. Cultivar la autocompasión requiere práctica y paciencia, pero puede ser una habilidad transformadora.
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