Despedir a nuestros animales desde el Budismo Zen. Parte 1 de 2

Toda mi vida pensé que no me gustaban los animales. Mis padres siempre evitaron que tuviera mascotas. “Son sucios y desordenados”, decían para proteger su comodidad.  Por esa razón nunca tuve demasiado interés por ellos. Hasta que un día las cosas cambiaron para siempre. Nunca pensé que despedir a nuestros animales sería un tema de conversación para mí.

Rikku y Yuna fueron dos gatitas tabby carey hermanas que rescaté de un hoyo en una avenida muy transitada de la ciudad. A pesar de que los gatos me daban miedo y asco porque nunca había estado cerca de ellos, escuchar los maullidos de miedo de dos bebés, tocó mi corazón. En una tienda pedí una caja de cartón y rescaté a las dos gatitas.

En mi imaginación, solo las tendría por 2 semanas en lo que alguien las adoptaba. Pero esas 2 semanas se convirtieron en 22 años. Fueron mis bebés, mis amigas, mis acompañantes, mis generadoras de pelo, mi fuente de arañazos y mi familia. Envejecimos juntos, pero ellas se adelantaron hacia la siguiente vida y me tuve que despedir.

Perder a una mascota querida es uno de los desafíos emocionales más profundos que podemos enfrentar. Nunca es fácil y no hay escuelas para aprender a despedir a nuestros animales. En el Budismo Zen, reconocemos la profundidad de esta pérdida y aprendemos una perspectiva amorosa y compasiva para ayudar a navegar por el dolor. Desde el Buda hasta los maestros contemporáneos, la relación amorosa y compasiva con los animales ha sido una constante.

Justo porque entiendo el dolor de decir adiós a nuestra familia cuadrúpeda o plumífera, esta serie de 2 artículos busca ofrecer consuelo y guía, basado en las enseñanzas de Shakyamuni, las Cuatro Nobles Verdades y los Preceptos del Bodhisattva, para honrar y despedir a nuestras mascotas con gratitud y aceptación.

El amor y la compasión hacia los animales en el budismo

Desde los tiempos de Shakyamuni, los animales han sido objeto de amor y compasión en la tradición budista. El Buda mismo reconoció la interconexión de todas las formas de vida y promovió el respeto y la bondad hacia los animales. En el Sutra del Loto, se menciona cómo el Buda extendía su compasión a todos los seres, sin distinción. Los grandes maestros Zen, como Dogen Zenji y Bodhidharma, también han enfatizado la importancia de tratar a los animales con amabilidad y respeto.

En la enseñanza de Bodhidharma, por ejemplo, se subraya la unidad de todas las cosas vivientes y la práctica de la compasión hacia todos los seres. Esto se refleja en los preceptos del Bodhisattva, que nos animan a no dañar de forma volitiva a ningún ser viviente y a proteger y cuidar a todos. Esta tradición de compasión se ha mantenido a lo largo de los siglos, influenciando cómo los practicantes de Zen interactuamos con el mundo natural y sus criaturas.

Creemos que todo es Buda. Desde plantas, piedras, virus, bacterias, personas o planetas; todo es Buda. Despedir a nuestros animales es decir hola al Buda en todos los seres de la existencia, a lo largo de todos los tiempos y multiversos.

Construyendo un amor genuino y desinteresado

El estudio de las enseñanzas de Shakyamuni Buda, especialmente las Cuatro Nobles Verdades y los Preceptos del Bodhisattva, de Shantideva; nos ayudan a cultivar un amor genuino y desinteresado por todas las formas de vida. Las Cuatro Nobles Verdades nos enseñan sobre la naturaleza del sufrimiento, su causa, su cesación y el camino que conduce a su cesación. Al entender que el sufrimiento es una parte inevitable de la existencia, podemos desarrollar una compasión profunda por todos los seres que sufren, incluidas nuestras mascotas.

Asimismo, desarrollamos una conexión especial incluso por los animales con los que no tenemos una relación directa.

Los Preceptos del Bodhisattva nos guían para vivir de manera que minimicemos el daño volitivo a otros seres. Nos enseñan a no matar, no robar, no mentir, no intoxicar nuestras mentes y a ser respetuosos con todas las formas de vida. Al practicar estos preceptos, desarrollamos una sensibilidad y un cuidado profundo por nuestras mascotas, reconociendo que ellas también son parte de la vasta red de la vida.

Esta sabiduría se extiende para animales en otros lugares. Cuando vemos el sufrimiento de un animal en la calle, por ejemplo, es imposible no sentir empatía. Nosotros aprendemos a estar con ellos, a cuidarlos y a hacerlos sentidos amados, aunque sea por un breve instante.

El juramento de proteger a todos los seres vivos

En el Budismo Zen, juramos cuidar y proteger a todos los seres vivos, lo que incluye a nuestra familia animal. Este compromiso se basa en la comprensión de que todos los seres, incluidos los animales, tienen el potencial de alcanzar la iluminación. Son tan Budas como cualquier Buda del multiverso. Al cuidar y proteger a nuestras mascotas, estamos practicando el camino del Bodhisattva, trabajando por el bienestar de todos los seres.

La Impermanencia y las Tres Marcas de la Existencia para despedir a nuestros animales

Aunque amamos y protegemos a nuestras mascotas como parte de nuestra familia, no están exentas de las Tres Marcas de la Existencia: impermanencia, sufrimiento y no-yo. La impermanencia significa que todo cambia y que nada dura para siempre. Esto incluye la vida de nuestras queridas mascotas. El sufrimiento es una parte inevitable de la existencia y la muerte de nuestras mascotas es un recordatorio doloroso de esta verdad. El no-yo nos enseña que no hay un ser permanente e inmutable; nuestras mascotas también son parte de este flujo constante de cambio.

La impermanencia simplemente llega porque llega. Es una verdad difícil de aceptar, pero al hacerlo, podemos encontrar un camino hacia la paz y la aceptación.

¿Cómo aceptar el dolor de la pérdida?

El dolor de la muerte de una mascota es profundo y real. Despedir a nuestros animales de manera adecuad es un reto porque el torbellino de emociones nos domina.

En lugar de «lidiar» con el dolor, que implica rechazo y combate activo, en el Zen buscamos aceptar. Aceptamos la impermanencia de las cosas y permitimos que el dolor esté presente en nuestras vidas. Este enfoque nos permite conectar con el sufrimiento de manera genuina y nos despedimos de nuestras mascotas con un corazón lleno de gratitud, sin drama, estando presentes y atentos.

Practicando la aceptación Zen

Las despedidas siempre son dolorosas, pero la práctica Zen nos da la habilidad de ver más allá del ego triste y abrazar las lecciones aprendidas, la gratitud y las memorias. Honramos la vida de nuestra familia animal viviendo, sonriendo y ayudando a todos los seres vivos. Dejamos que la vida sea, sin molestarla, y soltamos el melodrama para pasar a la ecuanimidad.

Zazen y la tristeza

¿Cómo logramos todo esto para despedir a nuestros animales? Sentándonos en Zazen con la tristeza, con las memorias y con las lágrimas. En Zazen, observamos nuestros pensamientos y emociones sin apegarnos a ellos. Las observamos, las sentimos, pero no nos dejamos atrapar por ellos. Al final, esos nubarrones de tristeza comienzan a disiparse, dejando el recuerdo y el legado de nuestra familia animal. Sobre todo, queda el amor perfecto que jamás se apaga.

Conclusión

Despedir a nuestros animales es una experiencia dolorosa y profundamente personal. En el Budismo Zen, encontramos consuelo y guía en las enseñanzas de compasión y aceptación.

Al reconocer la interconexión de todas las formas de vida y practicar la aceptación de la impermanencia, podemos despedirnos de nuestras mascotas con gratitud y amor. La práctica de Shikantaza, además de recitar el Sutra del Corazón, nos ayudan a procesar nuestro dolor y a encontrar paz en medio de la tristeza. Al honrar la vida de nuestras mascotas, continuamos viviendo con compasión y amor por todos los seres vivos, manteniendo viva la llama del amor que compartimos con ellas.

Rikky y Yuna me enseñaron la budeidad en la familia animal. Ellas me permitieron comenzar a amar a todos los animales por igual. Es por ellas que ahora tengo herramientas y conocimientos para convivir con mis mejores amigos, Tamal Sensei y Tesla Sensei.

Hoy día, me pregunto si haber estudiado veterinaria hubiera sido buena carrera para mí.

La práctica Zen nos da la oportunidad de aprender a cuidar la vida y sobre compasión, gracias a nuestros acompañantes animales.

En el próximo post hablaremos de qué hacer para despedir a nuestras mascotas en una ceremonia llamada Petto-rosto (Pérdida de mascotas, en japonés).