La era de permisividad que vivimos está comenzando a cobrar facturas muy altas como el bullying, sexualización, pereza y apatía. Educamos a niños y adolescentes con herramientas inadecuadas o incompletas para el futuro. Una de ellas es el valor del respeto.
Lo exigimos de todos y queremos que el universo nos respete. Nos quejamos mil veces porque instituciones, amigos o pareja no nos respetan pero, ¿cómo podemos pedir respeto cuando ni siquiera conocemos el significado o la densidad de sus implicaciones?
Respeto es un profundo sentimiento de admiración, reverencia y honor hacia alguien, gracias a sus habilidades, edad y experiencia.
A diferencia de lo que podemos pensar, el respeto no debe ser nunca del exterior hacia nosotros. Éste valor necesita comenzar dentro de nosotros para que podamos comprenderlo y hacerlo recíproco.
No podemos pedir respeto de los demás, y mucho menos de un niño, cuando vamos por la vida comportándonos sin honor, mintiendo, robando, manipulando, sobornando y destruyendo.
Más aún, carecemos de autoridad moral para exigirlo cuando no sentimos respeto por nuestro cuerpomente. Si violamos al cuerpo una y otra vez con alimentos que nos dañan o sin ejercitarlo; y si nutrimos la mente con apegos, avaricia e ignorancia, nunca podemos pedir respeto.
Es curioso escuchar a los padres y maestros quejarse de la falta de respeto que muestran los chicos, pero jamás he escuchado admitir a los adultos sus propias fallas.
Entonces, ¿cómo enseñar respeto a los jóvenes?
Practicándolo por uno mismo y siendo coherente en valores y actitudes. Es simple, en realidad. El problema es que nuestro ego nunca quiere ceder.
Pensamos que los chicos (por ser chicos) tienen que soportar todas nuestras malas conductas, pero no es así. Los jóvenes requieren que seamos nosotros los que demuestren autocontrol y consistencia en nuestro comportamiento.
¿No quieres que los niños mientan? No mientas.
¿Estás en alerta roja por que tu niño está engordando? Limpia tu propia alimentación.
¿Tu alumno no puede controlar la ira y destruye cosas? Demuestra control sobre tus emociones y medita diario.
¿Tu hijo pasa mucho tiempo mirando pantallas? Apaga tus pantallas y hagan actividades de grupo/familia.
Sí, Chocobuda. Suena muy bien, pero es imposible. Ya estoy viejo para cambiar.
Nada más lejos de la realidad que eso. Podemos comenzar hoy a actuar con respeto. Entre mejor nos cuidemos a nosotros mismos y actuemos con mejores intenciones, mejores personas seremos.
Los niños y los adolescentes no son tontos, por más que los subestimemos. Están alertas y listos para aprender de nuestra conducta. Ellos se sienten seguros e inspirados por nuestras acciones.
¿Por qué no comenzar a mejorar nosotros mismos? Estoy seguro que funciona.
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