El budismo es una filosofía dulce y llena de textos que dan significado a la vida. Pero también tiene enseñanzas que resultan difíciles de comprender para el recién llegado, y jamás tendrán sentido a menos que se practique zazen por un buen tiempo.
Este eslogan de Lojong nos habla sobre dos conceptos complejos para la mente occidental: la inexistencia del Yo (Atman); y la Vacuidad, que todo carece de existencia propia (Sunyata).
Para comprender el universo que nos rodea, los humanos desarrollamos a lo largo de millones de años, la capacidad del pensamiento crítico, el lenguaje y el ego. Este triunvirato es nuestra ventaja competitiva frente al medio ambiente y los depredadores porque con esta mente podemos dar orden y significado a las cosas. Nos damos significado a nosotros mismos cuando nos narramos historias como «yo soy licenciado» o «a mi me gusta la pizza».
Pero la naturaleza no necesita nuestras palabras o nuestros pensamientos para simplemente ser. Un volcán es lo que es y no está esperando a que lleguen los humanos para darle nombre. Solo es parte de la Madre Tierra.
Nosotros somos exactamente igual. No necesitamos llegar a asignarnos etiquetas para ser parte de la Madre Tierra. Somos lo que somos, una especie más de monos. A lo largo de nuestra historia nos hemos hecho de una civilización que gira en torno al ego, lo que nos ha hecho crecer y prosperar… pero al mismo tiempo es la razón de nuestro sufrimiento.
El ego nos separa de los demás. Hace que vivamos en eternas comparaciones y envidias. Nos hace juzgar a los demás, tomando como punto de comparación nuestra propia existencia. De igual manera, nos juzgamos a nosotros mismos y queremos que las cosas siempre salgan como imaginamos. Por ego vamos generando etiquetas y divisiones, que resultan en pleitos entre bandos.
La existencia humana es confusa y angustiante, por decir lo menos.
Pero al penetrar el significado de la confusión es Buda, podemos entender que este caos que nos generamos es parte de un sistema más grande que nosotros mismos. El volcán, tú, yo, los animales, las bacterias, las plantas y todo lo que te rodea, es parte de un ser vivo al que pertenecemos. No es que haya un Buda cósmico y que seamos nosotros parte de su intestino, no (¿o sí?). Usamos el término Buda como metáfora de Universo de Universos, es decir el Multiverso.
Entender esto nos lleva a ser responsables con nuestros actos y pensamientos, pues todo lo que hacemos afecta. ¡Todo! Por ello vivimos con rectitud y en servicio de los demás.
Practica la Vacuidad nos lleva a revisar nuestra verborrea mental. Nada de lo que pensamos es real. Nada de nuestros planes, conceptos, palabras y juicios es la realidad. La mente humana solo puede interpretar el mundo, pero jamás dará un dictamen certero de cómo son las cosas. Al mismo tiempo, aprender a ver que todo está vacío nos ayuda a ver que una manzana no existe por si misma, es originada por miles de factores que funcionan al mismo tiempo. Ver la Vacuidad nos lleva a admirar que nada de lo que nos rodea aparece de la nada, sino que es originado por otros objetos o fenómenos. Absolutamente todo en la vida está interconectado.
Si la confusión y el caos del universo que te rodea solo está en tu mente y si todo es Vacuidad; ¿entonces por qué sufres? Básicamente por ego.
Pero ¡oh sorpresa! El ego tampoco es real.
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