Crea espacio

En algún episodio de mi vida, cuando pensaba que mi empleo, mi dinero y mi posición entre el grupo de amigos eran importantes, comencé a entrenar Aikido. Siempre he sido una persona grande, así que moverme de forma fluida como lo hacía Tauchi Sensei en clase me costaba trabajo. Para demostrar una técnica (Juji Nage), ella me llamó al frente. Y yo, siempre fanfarrón, pensé que una mujer tan pequeña no podría conmigo. Ella dijo a la clase: “Crea espacio”. Me extendió la mano, le tomé la muñeca y salí volando varios metros hacia un lado.

Solo recuerdo que el mundo se puso de cabeza y luego el dolor de la caída en mi espalda plana contra el piso. No fue demasiado fuerte, pero sí lo suficiente para darme un poco de humildad.

Esa técnica, como muchas en Aikido, trata sobre usar la fuerza y peso del antagonista en su contra. Pero no funciona sin primero ser consciente del espacio disponible. En caso de no haber suficiente, era imperativo crearlo primero.

Con el tiempo, Aikido se convirtió en mi arte marcial porque lo que entrenaba en el dojo se podía aplicar al día a día. El problema es que tiene tantos años de eso, que esta lección la había olvidado. Debo crear espacio.

La vida que hemos construido se mueve con una rapidez que nos abruma. Las tareas se apilan, los pendientes nos sobrepasan, y las exigencias del mundo parecen no dejar espacio para respirar. Literalmente, sentimos que nos ahogamos. Y lo más paradójico es que, en medio de todo esto, no sabemos cómo parar.

Muchos de nosotros seguimos adelante por pura inercia. Aunque el cuerpo nos da señales claras como dolores, insomnio, ansiedad; seguimos. Hasta que algo dentro de nosotros comienza a romperse. Por eso creo importante que aprendamos a crear espacio.

¿Qué significa crear espacio en el Zen?

En artes como el Aikido, hay momentos en los que el practicante da un paso atrás, literalmente, para ver con claridad la situación, para respirar, para no reaccionar automáticamente. Este pequeño gesto, aparentemente pasivo, puede ser la diferencia entre una acción torpe o una respuesta hábil. No es evasión. Es sabiduría en movimiento.

En el Zen, crear espacio tiene una dimensión similar. No se trata de dejar de actuar, sino de abrir un intervalo interior donde no estamos dominados por la urgencia, la reacción o el miedo. Es el momento en que dejamos que el polvo mental se asiente para ver con claridad. Es sutil y difícil de ver, pero si ponemos atención, esto pasa en muchas disciplinas humanas.

Bodhidharma: la pausa como camino

Bodhidharma, nuestro Primer Patriarca del Zen, enseñaba que “el verdadero Zen es no pensar en nada”. Pero esta frase ha sido malinterpretada. No se trata de bloquear los pensamientos, sino de no aferrarse a ellos. En su Sermón de la Corriente Sanguínea, Daruma-sama señala que todo surge en la mente, y que el camino no consiste en agregar más cosas como ideas, conceptos o explicaciones,  sino en soltar.

Crear espacio es soltar el impulso inmediato de reaccionar, de querer controlar, de buscar salidas mentales a todo lo que sentimos. Es volver al cuerpo, a la respiración, a la presencia.

Huineng: permitir que las cosas pasen

Huineng, el Sexto Patriarca del Zen, enseñaba que la iluminación no consiste en «detener los pensamientos», sino en no seguirlos. No hace falta pelear con la mente. Basta con no montar el caballo cuando llega.

En uno de sus discursos, Huineng decía que la mente original es como un cielo abierto: los pensamientos son nubes que vienen y van. Si no los retenemos ni los empujamos, el cielo sigue ahí, intacto.

Crear espacio es entonces cultivar esa actitud. Cuando sentimos que la vida nos aprieta, en lugar de luchar contra lo que sentimos o actuar desde la angustia, podemos hacer una pausa. Dos pasos atrás. Respirar. Soltar la necesidad de controlar o de entender todo. Así, el espacio aparece.

Cómo detectar que necesitas crear espacio

No siempre es obvio que necesitamos detenernos. Aquí hay algunos signos:

– Te sientes irritable sin razón clara.

– Te cuesta respirar profundamente.

– Tienes pensamientos repetitivos o catastróficos.

– Te estás aislando o evitando actividades que antes disfrutabas.

– Hay una sensación constante de urgencia.

Estos son los gritos del cuerpo y de la mente pidiendo espacio. No para colapsar, sino para poder actuar de manera lúcida. El Zen no busca que te desconectes del mundo, sino que puedas habitarlo con conciencia y compasión. Desde un espacio saludable para todos los seres.

Prácticas cotidianas para crear espacio

Aquí te comparto algunas prácticas muy simples pero poderosas. De cuando en cuando las aplico y sé que funcionan:

1. Respiración consciente

Tómate un minuto para hacer tres respiraciones profundas. Inhala por la nariz, exhala por la boca. Siente el cuerpo. No necesitas cambiar nada. Solo observar.

2. Zazen: meditación sentada

Aunque tengas solo cinco minutos, siéntate. No para «lograr» algo, sino para estar. La postura, la quietud, el silencio son formas de crear espacio dentro del caos.

3. Pausas intencionales

Antes de responder un mensaje, de decir algo en una conversación difícil o de tomar una decisión importante, haz una pausa. Respira. Pregúntate: ¿desde dónde estoy actuando? ¿Desde el miedo, la urgencia, o desde la presencia?

4. Conexión con la naturaleza

Un paseo entre árboles, mirar el cielo, tocar la tierra. La naturaleza no tiene prisa. Nos recuerda ese ritmo más amplio donde todo tiene su lugar.

Crear espacio no es lujo, es necesidad

En un mundo saturado de información, de velocidad y de presión, hacer espacio parece una rareza. Pero es una medicina. Nos devuelve a lo que somos. No una mente llena de pendientes, sino una conciencia vasta, suave, atenta.

Practicar Zen es vivir desde ese lugar. A no dejarnos atrapar por el remolino de las expectativas. A no buscar ser perfectos, sino presentes.

Crear espacio para mejorar

La práctica de crear espacio no es evasión, es despertar. Es recordar que hay algo más allá del torbellino de hacer, hacer, hacer. Es volver a habitar el instante con simplicidad.

El Aikido nos enseña a no chocar con la fuerza del otro, sino a fluir con ella. El Zen nos propone lo mismo con nuestra propia mente y emociones. Crear espacio es dejar que la vida respire a través de nosotros, sin tener que empujarla.

Crea espacio hoy

Si en este momento en tu experiencia hay presión o ansiedad, crea espacio. De verdad es más importante de lo que crees.

Tómate cinco minutos para sentarte en silencio. No busques resultados. Solo crea espacio.

Y si te funciona, ¿Por qué no integrarla poco a poco en tu rutina diaria? Cuando creamos espacio, dejamos que la vida misma nos muestre el siguiente paso.

Crear espacio

En el claro del bosque,
ni ramas que atrapen,
ni sombras que oculten.
Solo viento
pasando entre ramas que no piden nada.

La mente,
nube que no se nombra,
deja de buscar el cielo
cuando se da cuenta
que ella misma es el cielo.

Sentado sin meta,
las piedras no me pesan,
los pensamientos se marchan
sin decir adiós.

Hacer no-haciendo,
la vida se inclina ante sí misma
y sonríe.

¿Dónde está el camino?
Entre el paso y el suelo.
¿Dónde está el Buda?
En el espacio que no llenas.

Crea espacio,
como la luna que no exige el reflejo
y sin embargo ilumina el estanque.