En estos tiempos de consumo desmedido y de desesperanza, se necesita vivir la vida con una serie de principios y de reglas que afirmen la vida. Creo que el budismo es una muy buena medicina para toda esta locura… pero, ¿qué es?
Para esta semana, ChocoCast tiene para ustedes el arranque de una serie de shows en los que hablaremos de manera amena y rápida sobre el origen y los fundamentos del budismo. ¿Es una religión? ¿De dónde viene?
Y no, no se espanten. El podcast no sólo será sobre budismo. La próxima semana hablaremos de otros temas. La serie de intro al budismo no será secuencial.
Para escuchar el programa, haz clic en el botón de Play.
Para suscribirte, entra a la página del show en iVoox y elige la opción que más te guste. Clic aquí.
¡No olvides dejar tus comentarios y sugerencias! Este podcast tiene hambre y la retroalimentación es su comida favorita. ¡Comparte y disfruta! Gracias 🙂
Como ya lo hemos hablado antes, el budismo nos da una serie de preceptos éticos que nos sirven para llevar una vida de honor y tranquilidad.
La primera de estas declaraciones es:
Acepto no tomar la vida de ningún ser vivo.
Ya sé que hay muchos factores qué discutir a este respecto. Antes de que los fundamentalistas de los derechos animales y los alimenticios me ataquen, explico:
El fondo de este precepto es respetar absolutamente la vida, en todas sus formas. Para el budismo tradicional, que es el que yo practico, el respeto a la vida corresponde a no matar seres vivos por deporte, placer o entretenimiento.
Con esto dicho, el precepto de respeto a la vida es lo que nos mueve a tener siempre una conducta ética.
Vivimos con este pensamiento como eje rector de nuestras acciones y cuando entendemos que cualquier acción, por pequeña que sea, pone en riesgo una vida inteligente, tratamos de pensar mucho antes de hacerlo. O simplemente desistimos.
Pero el respeto a la vida no sólo se queda en el «no matarás». Va mucho más allá porque nos impulsa a ser cariñosos, compasivos y protectores de todo tipo de seres con los que compartimos el planeta.
Entendemos que somos parte de un ecosistema al que estamos poniendo en riesgo y que necesita que actuemos para detener el daño que hemos causado y que, por ende, nos perjudica.
Afirmamos la vida con risa, salud, aire, amistad y compasión. Podemos entender el sufrimiento y tomar una postura activa para ayudar a mitigar que los seres pasen por momentos difíciles.
Todo esto suena perfecto, pensarás querido lector, pero por desgracia este precepto parece estar descompuesto en estos tiempos.
Entre más leo las noticias, más veo que nuestro deporte favorito es el andar extinguiendo la vida por todos lados.
Lo positivo de esto es que está en nuestras manos poner un fin a esta cadena de muerte. ¿Cómo? Entendiendo que todo lo que hacemos repercute en la vida de los demás y tomando responsabilidad de nuestras acciones. Apelando al sentido común y la compasión.
Entendamos que el planeta no nos pertenece, que somos tan sólo una especie más en un sistema enorme del que abusamos. Entendamos que esta posición privilegiada no durará para siempre y que cada árbol o animal que destruimos nos repercute de manera directa.
Y es tan fácil. Sólo hay que detenerse y usar esa sandía que llevamos por cabeza.
Este es el segundo artículo de una serie sobre Los Cinco Preceptos. Para ver las entradas anteriores, clic aquí.
No pienso repetir la noticia que nos está apretando el corazón, destrozando la dignidad y que ha causado una cicatriz inmensa en la mente colectiva de México.
Lo único que puedo hacer es pensar que todo esto tiene remedio y que la solución no es exclusiva del gobierno. Es una responsabilidad compartida que necesitamos asumir.
Necesitamos entender que las cosas han llegado hasta este punto porque lo hemos permitido. Por nuestra indiferencia, por promover la corrupción, por consumir drogas, por no trabajar, por no superarnos, por no estudiar, por quejarnos sin proponer nada.
Las cosas están así porque no votamos, porque vemos el soccer y las telenovelas en lugar de leer y cultivar la inteligencia. Escuchamos narco corridos en los que se ponen como héroes a las mismas personas que son capaces de actos de terror. Compramos cosas robadas. No educamos a los jóvenes con retos ni disciplina. Somos laxos, muy laxos en la disciplina.
No pensamos que cada acto de egoísmo, cada peso que robamos, cada semáforo que nos pasamos, cada clip que robamos de la oficina, cada mentira que decimos, cada traición y venganza que comentemos; todo esto destruye un poco más al país, a la humanidad. Creamos el desierto en lugar de un bosque.
Ya basta.
Pero no lo digo por el gobierno ni por las autoridades.
Lo digo por ti y por mi. Es hora de entender que necesitamos cambiar y meternos en la cabeza que no sólo somos mexicanos, si somos parte de la raza humana. Todo lo que hacemos repercute en los demás.
Necesitamos tomar la bandera de la honestidad, del trabajo, de la inteligencia y usar el dharma como medio para cambiar al mundo.
Entendamos que los Preceptos del budismo no sólo aplican para India, Japón o Tibet. Aplican para la raza humana.
Nunca antes los Cinco Preceptos habían tenido tanto sentido en mi vida.
Acepto no tomar la vida de ningún ser vivo. Practico la compasión y la ayuda hacia los seres que lo necesiten. Soy comprensivo y cariñoso con toda la humanidad.
Acepto no tomar nada que no se me ha dado libremente. A cambio, practico generosidad. Doy aunque no tenga para mi. Doy porque la montaña más dura se resquebraja con un acto generoso.
Acepto no tener una mala conducta sexual. Ya basta de sexismo y violencia entre géneros. Soy amoroso, honesto y dulce con mi pareja. No traigo más gente a este mundo, que ya es un lugar insostenible.
Acepto no hablar con mentiras. Mejor soy honesto en mis intenciones y mis palabras. Soy amable con todo mundo, aun sabiendo que sus intenciones no son las mejores. Hablo de manera clara y siempre con amabilidad de por medio. No critico, no agredo. Propongo y actúo siempre en beneficio de los demás. Pienso antes de hablar.
Acepto no nublar mi mente con sustancias tóxicas. A cambio siempre tengo una mente clara y limpia, lista para comprender la realidad sin apegos y ver las cosas como son. Cultivo mi mente con meditación y educación que jamás termina. NADIE debe consumir drogas. Punto.
Vivir con estos preceptos, seas budista o no, hará siempre que tengamos un país y una realidad mucho más cómoda.
Ya basta. Es hora de trabajar, de buscar ser mejores, de estar informado y de prometerme nunca, nunca dejar de aprender y cultivarme.
Ya basta. Es hora de olvidar la pereza y educar a nuestros jóvenes con valores, cultura, civismo y disciplina.
Ya basta. Es hora de ser los mejores mexicanos de la historia, porque en esa medida tendremos la autoridad moral para exigir que el gobierno haga su trabajo.
Ya basta. Es hora de levantar la cabeza y olvidar el miedo. Ni los narcos, ni el gobierno tienen tantas balas para detenernos a todos.
El día de hoy digo todo esto y me comprometo seguir estos preceptos e ideas hasta la muerte.
Porque tomar acción inteligente es la única medicina para curar todo esto.
El ChocoCast regresa esta semana con comentarios a una de las preguntas que más llegan a este blog: ¿Qué hacer para curar el corazón roto?
¿Porqué se rompe el corazón? ¿Cómo es que termina una relación?
De manera rápida podemos explicar que nuestra mente no sabe que:
Las personas no nos pertenecen
Los apegos son venenosos
Las cosas son impermanentes
Todo esto y más, visto desde el punto de vista del budismo.
Y no olvides dejar tus comentarios. Son MUY importantes para la subsistencia de este podcast 🙂
Para escuchar el programa, haz clic en el botón de Play.
Para suscribirte, entra a la página del show en iVoox y elige la opción que más te guste. Clic aquí.
Nota aclaratoria: El hecho de entender que nada dura para siempre y que todo se acaba, no significa que nos rindamos en nuestra lucha cotidiana. Al contrario.
Justo porque nada permanece, es la razón para hacer que cada día, experiencia y sentimiento sean maravillosos.
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi