Iniciar un año de retos como 2021 no solo es cuestión de buenos deseos, sino de saber qué demonios estamos haciendo con nuestros hábitos. ¿Por qué hago énfasis en los hábitos? Porque tenerlos, además de rutinas establecidas a lo largo del día, nos da paz y seguridad en este mundo en el que la Señora Impermanencia nos recuerda quién es la jefa.
Pero el problema es que no estamos educados para entender cómo funcionan los hábitos, los pequeños rituales cotidianos y su importancia. Queremos que los hábitos se queden tan sólo por imaginarlos, sin tener claro la disciplina y constancia que se requiere. Pero aún más importante, no tomamos conciencia del tiempo que requiere crear un hábito nuevo. Por ejemplo, como cuando queremos volvernos corredores en cada enero.
Nos preparamos y conseguimos todo. Estamos listos. Este año será el que marque la diferencia en mi vida.
El 1 de enero es el día perfecto para iniciar. ¡Vamos con todo!
Si entreno duro, en un mes estaré corriendo mi primera carrera. Al fin y al cabo, los blogs de productividad y TED dicen que con 21 o 30 días el hábito queda listo.
Los expertos en productividad al estilo estadounidense nos dicen que debemos vivir con la mentalidad de cambio y realizando afirmaciones que pongan la mente en el camino ideal. Aunado a acciones pequeñas, al final de 30 días el hábito quedará en la mente y será parte de nuestra vida.
Suena fácil y sencillo. Uno piensa que con un esfuerzo de tan sólo unos días podrá comer ensaladas cual vaca o salir a incendiar las calles con el running.
Sin embargo, hay una falla inmensa en este sistema. Esta teoría está pensada con la mentalidad de la recompensa inmediata.
Para la mentalidad occidental, los cambios deben llegar sin esfuerzo y de la manera menos incómoda posible. Si algo produce un poco de sudor en la frente, es descartado. Es más, si pueden pagar por que alguien más se esfuerce, lo hacen.
No en vano Estados Unidos es el país que más productos milagrosos lanza. Basta con echar un vistazo a los informerciales. Harán lo que sea para vendernos desde pelador de patatas mágico, hasta un aparato de tortura medieval para ejercitar el abdomen. Todo es fácil y con el menor esfuerzo posible.
¡Puedo tener six pack mientras miro Netflix!
Los hispanoparlantes no somos diferentes.
La recompensa inmediata es uno de los daños más grandes que la sociedad de consumo ha casado en el crecimiento personal y espiritual.
Todo lo queremos aquí y ahora, y los hábitos no se escapan.
Por eso, al intentar cumplir metas y adquirir mejores disciplinas, fallamos miserablemente. Cuando vemos la cruda realidad de que los hábitos requieren esfuerzo y hasta un poco de sacrificio, los abandonamos.
Hace años, cuando estaba experimentando con los hábitos, decidí retar la idea de los 21 a 30 días porque algo no estaba correcto.
Ya sea curar mi insomnio, volverme corredor, aprender un idioma o a cocinar… todos mis procesos de hábitos nuevos han tomado mucho más de 3 meses. Algunos más complejos han tomado unos buenos 4 años. Todas y cada una de mis mejoras personales han llevado un largo proceso de introspección, investigación, experimentación, muchos errores y caídas, y práctica constante.
Los hábitos que formamos los monjes budistas requieren aún más tiempo para quedar, pues también tienen que ver con la práctica activa de dejar el ego de lado.
Quizá soy muy tonto. Es posible que mi cerebro de mandril no pueda con una meta corta de 21 días. Pero lo que sí puedo decir es que los cambios que se han quedado y que forman parte de mi cotidiano, han sido logrados al 100% y los practico hasta el día de hoy.
Pero todos han tomado mucho tiempo y, sobre todo, disciplina.
No me cansaré de decirlo. El secreto de la vida es la disciplina. La necesitamos para estudiar, trabajar, divertirnos y hasta para dormir.
Creo que es hora de comenzar a entenderlo antes de que 2021 nos lleve en su remolino.
Desde hace varios años he llevado la tradición que el primer post de enero sea una anti-felicitación de año nuevo. Es un texto en el que deseo que los retos y las dificultades sean muy grandes en tu experiencia; para que así se encienda el fuego interno que te lleva a tomar acción para cambiar tu vida.
Pero este año de decidido poner en pausa esa costumbre. El año 2020 fue difícil para todo el planeta. Los retos fueron tan grandes que superaron por mucho a mi escrito. Entonces esta vez cambio mis deseos.
Todo esto que estamos viviendo como humanidad tiene una resolución y es posible salir adelante. Pero no depende de la ciencia, ni de políticos, ni de dinero, ni de los encierros, ni de las mascarillas, no. Depende de una fuerza mucho más grande, que prevalece en el universo.
Podría desearte salud para que la enfermedad no toque tu puerta, pero sé que estás haciendo lo adecuado para cultivarla.
Podría desear que tengas fortuna, pero esa no se desea, se construye con nuestro esfuerzo.
Sería buena idea decir que tengas amor, pero ese llega cuando te conviertes en amor.
Quizá también podría decirte que el caos mental, la angustia y la tristeza se vayan de tu mente, pero ya sabes que para eso está la ayuda de un profesional. Y también la práctica budista ayuda, claro.
¿Que tengas trabajo? Claro, también te lo podría desear, pero sé que no dejas buscar cómo salir adelante.
De todas las cosas que podría desearte, creo que solo me quedo con una:
Que la compasión ilumine tu conciencia para que ayudes siempre a los demás.
Detrás de todos los esfuerzos, de todas las historias de amor, de todas las amistades y alianzas, detrás de quienes cuidan nuestra salud, detrás de lo que construye una nación; existe una fuerza invisible que todos sentimos. Es necesaria y une a Todo lo que Es. Es esa energía con la que conectamos de inmediato, sin importar de dónde o de cuándo seas.
La compasión es un engrane más en el motor de la vida, pero hace que todo funcione y que se encienda la esperanza en ti. Actuar con compasión hace que salgamos del ego para ayudar siempre a los demás. Estos tiempos extraños son un llamado para que abramos la conciencia y el corazón a la compasión.
Si lo quieres ver de manera cruda y material, la compasión es la mejor de tus inversiones. Si das tiempo, atención, felicidad y cariño; el universo te lo regresa con intereses y tasa preferencial.
Cuando actúas con compasión, las divisiones se comienzan a disolver. La bondad fluye, así como la cooperación y la paciencia.
Si dejas de lado el ego y solo ayudas a los demás, toda tu nación sale adelante. No porque hagas esfuerzos magnánimos o masivos, sino porque hacemos esfuerzos pequeños. Pero todos juntos, al mismo tiempo, día tras día, es cuando cada uno de nosotros es un brazo más de Avalokiteshvara.
La Compasión es el sistema operativo con el que superaremos todo el daño que nos hemos causado con la llegada de Covid Sensei.
Es la manera en la que la humanidad siempre ha conquistado todos los desafíos en la historia, y será lo que nos que nos presenta 2021.
Así que con todo mi corazón te deseo compasión en cada instante de tu vida.
Y yo prometo con todo mi ser promover y enseñar este valor para que todos tengamos inspiración y guía.
Rompo mi silencio digital de diciembre para invitarlos a recibir juntos el año 2021 con una breve ceremonia y Zazen. Como en otros años, nos sentaremos inmóviles y en silencio para dejar que las campanas suenen y que la gratitud llene nuestros corazones.
La ceremonia será por Zoom, la noche del 31 de diciembre de 2020, a las 11:40 PM, tiempo de la Ciudad de México.
Si estás en otra zona horaria, ¡no hay problema! Siempre podrás ver el video en YouTube. No importa en dónde estés o cuándo estés, estamos juntos porque somos un ser indivisible 🙂
Este año recitaré el Usnisa Vijaja Dharani Sutra o Butcho Sonsho Darani Kyo. Es un dharani (oración y petición a Amida Buda) del budismo Mahayana que se entona en tiempos de dificultad y enfermedad. Su objetivo es liberarnos del sufrimiento al abrir la conciencia a la verdadera naturaleza de la vida, la Impermanencia. Es perfecto para despedir 2020 y comenzar 2021 con un corazón puro.
Se dice que quien lo escucha puede obtener la liberación del sufrimiento, purificar su karma de esta y otras vidas, destruir los obstáculos de su vida, ayudar a la sanación de los seres queridos, entre otras cosas.
Quien incorpora este dharani a su práctica cotidiana, estará protegido por la Luz Dorada del Buda y podría experimentar la Iluminación de Todo Lo Que Es.
Aunque 2020 ha sido el año en el que la Señora Impermanencia nos recordó quién es la jefa, escribo estas líneas con un corazón lleno de gratitud, en paz.
Estos últimos meses, la mayoría de los humanos hemos experimentado caos, confusión, miedo y dolor en todos los sentidos. Pero al mismo tiempo la compasión, la introspección y las ganas de ayudar han prevalecido. En todas partes donde miro encuentro personas bondadosas dispuestas a hacer que la vida siga valiendo la pena.
También este año comprobé que fue justo para este momento en la historia en el que mi práctica tuvo significado y propósito.
De verdad, ¡gracias! Sin ustedes no soy nada, querida sangha. Gracias por ser Grupo Zen Ryokan, por escuchar, por dejarme ser útil y por dejarme ser un instrumento del Buda para llevar el Dharma a todas partes.
Querida sangha: El Buda, Avalokiteshvara, Bodhidharma y Dogen se manifiestan en cada uno de ustedes. Están vivos, actuales, respiran y vibran; gracias a su práctica. No podría estar más feliz con sus manifestaciones de cariño y su dedicación para hacer que nuestras comunidades sean puerto seguro para todos.
Sigamos adelante, tenemos mucho por hacer. Mientras haya un ser que no tenga comida, mientras haya una persona con el corazón roto, mientras haya miedo en la mirada de la gente; no podemos detenernos. La Gratitud es nuestra base. La Compasión es nuestro motor. Y la Generosidad es nuestra práctica.
Nuestra misión como practicantes de Soto Zen es llevar belleza, paz, alegría y seguridad a los corazones de todas las personas que nos rodean.
No podemos detenernos. En este momento de la historia es más importante que nunca nuestra práctica, nuestro compromiso para que la vida siga siendo bella.
Aún nos queda vivir juntos el retiro de Rohatsu el sábado 19 de diciembre de 2020. Y la noche del 31 de diciembre recibiré el año 2021 en Zazen y, como ya es tradición, los invitaré a que se unan a estar juntos por Zoom.
Sigamos avanzando juntos. Que la Luz Dorada de Amida Buda abra nuestra conciencia.
Compórtense de acuerdo con los Preceptos. Disfruten las fiestas. Regresaré en enero 2021.
En su Iluminación, Shakyamuni Buda pudo entender más allá de las palabras, cómo funciona el universo. Descubrió las Cuatro Nobles Verdades, pero también otros conceptos vitales para la cosmovisión budista. Uno de ellos es la Ley de Causa y Efecto.
Esta ley nos dice que absolutamente todo está interconectado, que todo tiene una razón de ser y que todo lo que hacemos tiene un gran impacto en la vida. La Ley de Causa y Efecto, también llamada Ley del Karma, nos permite confirmar que todo lo que vivimos es necesario, pero, además, nos da un sentimiento de responsabilidad realista y crudo.
Entonces, todo lo que hacemos tiene consecuencias. Puede que nos gusten o puede que no, pero siempre recibimos lo que damos. Es una ley simple que se debería mantener simple, pero el gran problema que siento estos tiempos, es que hemos creado un medio ambiente propicio para que las consecuencias de nuestros actos se amplifiquen y regresen a nosotros con mucha más fuerza.
En el pasado, cuando en mundo era más pequeño y no teníamos telecomunicaciones, un acto dañino, como un asalto a mano armada, afectaba a una comunidad pequeña y autocontenida. Con seguridad el ánimo y la vida se movían, pero las consecuencias del acto solo afectaban esa parte del mundo.
Hoy en día un acto dañino es documentado y publicado en línea, afectando la vida de posiblemente millones de personas. No es que el mundo esté peor que nunca, es más que las conexiones que tenemos nos permiten propagar odio, miedo y tribalización con toda facilidad.
Las consecuencias de un asalto a mano armada ahora tocan a muchas más personas que antes, haciendo que trasciendan a la comunidad en la que deberían suceder. No solo es el acto del robo que se ha publicado, sino el estado de ánimo y la negatividad que va en aumento día con día.
Entonces, en el umbral de un año nuevo lunar, es necesario abrir la conciencia y el corazón a esto. Considero de extrema importancia mirar hacia adentro y preguntarnos si en verdad queremos que 2021 sea igual o peor que 2020.
Entre diciembre de 2020 y hasta el 12 de febrero de 2021, tenemos una ventana de oportunidad de oro para cambiar el curso de la energía del mundo. Es posible vivir una vida llena de belleza y paz, aún en el ojo de la tormenta humana. Pero hay que trabajar por ello y entrenar la mente para soltar y navegar las aguas.
Y para eso tenemos el Buddhadharma y la práctica Zen. El Shakya-sama nos dejó como legado un conjunto de reglas y filosofías que tienen el poder de cambiar la historia humana. Y no, no por medio de la revolución, sino por medio de la introspección y la práctica activa de la compasión.
No debemos desperdiciar la oportunidad. Llevemos belleza a todos lados. Debemos comportarnos con compasión y benevolencia. Aunque tarde un poco, eso que demos, regresará a nosotros y de manera amplificada.
Más al respecto en el video, a partir del minuto 27:17.
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi